Después de su notable ópera prima “La bruja”, Robert Eggers ha coescrito y dirigido este film que se estrenó a principios de enero en la cartelera española. En una remota y misteriosa isla de Nueva Inglaterra en la década de 1890, el veterano farero Thomas Wake y su joven ayudante Ephraim Winslow deberán convivir durante cuatro semanas. Su objetivo será mantener el faro en buenas condiciones hasta que llegue el relevo que les permita volver a tierra. Pero las cosas se complicarán cuando surjan conflictos por jerarquías de poder entre ambos. Esta coproducción estadounidense y canadiense es un excelente drama psicológico con tinte fantástico que logra ser sombrío, inquietante y asfixiante (el espectador puede sentir la suciedad). Resulta intemporal, realizado en 4:3 y con una magnífica fotografía en blanco y negro a cargo de Jarin Blaschke. La cinta es un ascenso a la locura, cuenta como referentes el expresionismo alemán y “Los pájaros” de Hictchcok. Hay que aplaudir por parte del director que con un estilo poco convencional en el cine reciente, intente llegar al gran público con esta propuesta. A medida que avanza el metraje vamos conociendo a los personajes, cómo se relacionan y los posibles intereses de cada uno. La película está magníficamente interpretada por Willem Dafoe como Wake y Robert Pattinson como Winslow, siendo una de las mejores actuaciones de sus carreras si no la mejor del segundo. El film obtuvo el premio FIPRESCI en la Quincena de realizadores del festival de Cannes del año pasado y ha estado presente en la temporada de premios: Dafoe fue nominado en los Gotham y los Satellite awards, fue nominado a mejor actor secundario (Dafoe) y fotografía en los Critics choice awards y el Círculo de críticos de San Francisco, ganó dos premios en los Independent Spirit para Dafoe y la fotografía y fue nominado a la Asociación de críticos de Chicago, el BAFTA y el Oscar a mejor fotografía. Así pues, estamos ante uno de los mejores títulos de 2019.

Valoración: 8'5

Lo mejor: las impresionantes actuaciones de Dafoe y Pattinson y la excelente fotografía.

Lo peor: que el espectador no entre en la película.

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