"El Ilusionista" es un excelente truco de magia; exquisito... pero truco al fin y al cabo.

Su argumento no es nada novedoso y resulta tan tradicional como presumible. Se trata de otra historia más de asombroso mago y sus escépticos perseguidores (y con un romance de por medio, claro está). Sin embargo admito que de todas las que he visto de este tipo ("El truco final", "Luces rojas", "El gran mago"...) ésta es sin duda la que defendería como estandarte (la que defendería como LA película sobre mago victoriano). Poco importa que su argumento sea de brocha gorda si Neil Burger nos lo presenta con bastante brocha fina.

Es cierto que la historia de amor en sí es un desencadenante que se nos presenta como un adorno cogido con pinzas, y que en ningún momento llega a tener un tratamiento dedicado o profundo. Pero no parece que eso sea lo que busque el film, que se centra en sus asombrosos y sorprendentes trucos de magia, sus misteriosas prestidigitaciones, sus crecientes misterios, sus investigaciones y sus averiguaciones con sus sorpresas, desconciertos, elucubraciones, incertidumbres, nerviosismos y golpes de efecto pertinentes.

El film es atrapante de principio a fin, se pasa en un "pis pas" y tiene un ritmo progresivo adecuado que no da lugar a puntos muertos; Burger narra con cuidado, y sabe como llevar la trama a la perfección imprimiendo tensión dramática y misterio en todos sus momentos que se envuelven en una ambientación deleitosa, una cinematografía notable y elegante, una hermosa fotografía y una delicada pero gustosa banda sonora de Phillip Glass. Los actores por su parte están de lo más correctos, no es raro que Norton y Giamatti ofrezcan unas interpretaciones impolutas y perfectas de mago y perseguidor atormentados. Biel y Sewell por su parte también cumplen y encajan en sus papeles algo menores (tal vez sea por eso) de interés romántico y malvado respectivamente.

En definitiva "El ilusionista" es una misteriosa cinta refinada y muy bien cohesionada que se observa con delicia e interés. Es de un corte clásico que quizá la haga olvidar fácilmente tras verla por su poca novedad... pero que, por lo bien que está llevada a la escena, cuando se vuelva a ver se disfrutará de manera tan amena como la primera. Es un relato que con la misma fuerza que se nos aparece se nos desvanece.

Lo mejor: Su puesta en escena. Su fotografía. Su ritmo.
Lo peor: La historia de amor flojea en su tratamiento.