En 2014 Morten Tyldym llevó a la gran pantalla la vida del británico Alan Turing (Benedict Cumberbatch); un brillante matemático y criptógrafo que, no solo cambio el rumbo de la 2ª Guerra Mundial,
sino que además gracias a él la vida contemporánea se concibe tal y como es en la actualidad al haber sido el inventor del primer superordenador digital. Ahí es nada, y sin embargo Turing ha sido tristemente infravalorado y casi olvidado por la historia. Su delito: ser homosexual, algo que incluso le costó un juicio con condena allá por los 50 en el Reino Unido (cuando lamentablemente la homosexualidad era perseguida como delito), condena que le llevó a un tratamiento hormonal de tal tortura física y psicológica para él que acabó suicidándose.

Estamos pues ante un drama de hechos reales ciertamente interesante, abundante y jugoso en su temática. Por lo que no es de extrañar que el malogrado Weinstein (llamado en su momento "Rey de los Oscars", por producir largometrajes exclusivamente con la intención de ganar estatuillas) se pusiera a la cabeza de la producción.

Pero por desgracia una temática en sí misma no hace una obra maestra, y "The Imitation Game" se queda en un "lo que pudo ser y no fue" por culpa de un desarrollo argumental correcto y cabal, eso sí, pero completamente falto de ingenio, agudeza, profundidad y matices bien configurados.

El film nos conduce por la vida de Turing desde que es contratado por los servicios de inteligencia británicos para descifrar la máquina que codificaba las señales de los Nazis, hasta su tratamiento hormonal... sin dejar por ello de pasar por los tópicamente obligados flash-backs de su infancia. Y este camino por el que nos lleva "The Imitation Game", desde la primera entrevista para este gran trabajo de Turing hasta las trabas a las que se enfrenta durante su investigación e invención, son situaciones y acontecimientos tan resobados en el género del biopic como usuales, corrientes, grises y faltos de chispa y singularidad. Desde luego estamos ante un biopic que no ofrece la profundidad, la inteligencia, el ingenio y los matices que pudo dar.

Y es una pena pues el film pudo dar mucho y muy bueno, pudo haber aportado infinidad de tonalidades: un drama lastimoso sobre la homofobia vivida en las carnes del protagonista (drama que se toca tan de puntillas. Pareciera como si el guión quisiera evitarlo por corrección política), un drama sobre su vida romántica y sexual (pero el film parece que no quiere saber nada de ese Turing con verdadera y desgarradora profundidad dramática, cosa a la que el libreto no se arriesga en ningún momento), dramas sobre las vivencias bélicas (que ni siquiera hacen acto de presencia. Pues unas pequeñas muestras de los documentos audiovisuales de la época sobre el nazismo no aportan más empaque al film y más bien parecen metidas con calzador), y más intriga de la que el film aporta sobre la resolución del cifrado de Enigma.

Todo esto que merecía el film por desgracia no se da, y los espectadores nos tenemos que conformar con un relato muy limitado, acotado, pusilánime y rutinario. Con esto no quiero decir que en "The Imatation Game" nos topemos con un mal guión (al menos los diálogos son cabales y no resultan idiotas), pero sí es un guión gandul y más somero de lo esperado en su rutina.

Y así, con un desarrollo del todo superficial de sus personajes (contando a su protagonista al que el libreto aporta una construcción muy garabateada de su vida personal y profesional) y de su trama... pues resulta imposible que "The Imitation Game" logre lo que los hermanos Weinstein pretendian: una obra maestra inolvidable que merece muchos visionados y que se enriquece en cada uno de ellos.

Pero no, esto no es "El Padrino" (1972). "The Imitation Game" se acerca más a un biopic de telefilm de sobremesa. La cinta es entretenida en su primer visionado, eso sí (sabe generar suspense con pericia durante la intriga del desfriado de "Enigma"). El metraje apenas dura hora y media y las investigaciones se van sucediendo con ritmo y fluidez. El film cuenta además con alicientes que elevan el metraje como pueden ser la maravillosa banda sonora de Desplat (en el que fue sin duda su gran año como compositor).

El film también cuenta con una atildada cinematografía (con un gran diseño de producción, buena fotografía, y una siempre correcta realización (aunque prácticamente se limite al plano/contraplano y los planos recurso)) aunque no haya en ella nada único y brillante que se vaya a quedar para siempre en las retinas del espectador. ¡Vamos, que esto no es el "Chicago" (2002) de los años 20 de Rob Marshall con sus humeantes antros de jazz ni el Houston contemporaneo que Linklater encuadro tan memorablemente en "Boyhood" (2014)!

Y el reparto de relumbrón también eleva la calidad del metraje (los secundarios cumplen sin despeinarse. Y Cumberbatch se confirma en este papel como un grandísimo actor, pero su natural y sutil interpretación (de la que saca petróleo en algunos matices) se ve deslucida por un guión en el que este Turing es una suerte de Sheldon Cooper serio. Redmayne tuvo en ese 2014 mucha más suerte con una encarnación de Stephen Hawkins en la que el libreto ofrecía muchas más capas y vicisitudes que este Turing tan frío y distante para con el espectador).

En definitiva, es más la puesta en escena la que equilibra esta trama que mereció en el guión más trabajo, agudeza y hondanas de las que ofrece (pues la vida tiene capas y todas ellas se pueden plasmar con audacia: intriga, humor, ingenio, drama). El guión es lo suficientemente entretenido para que la cinta resulta aceptable y el film se puede ver con facilidad, pero ni de lejos llega a las cotas de obra maestra.

Lo peor: Su guión (al que la falta más arrojo y dimensiones y menos formalidad), en especial cierta manipulación que se hace de la historia verdadera de Turing para que el relato resulte más "suave" e identificativo con el espectador medio...