¡Quién lo iba a decir!, tras tantas películas dedicadas a este famoso superhéroe trepamuros, y siendo esta la 6º película ya, cualquier espectador con dos dedos de frente (admito que me incluyo) no evitará preguntarse qué más nos pueden contar ya de Spider-Man y si el objetivo de "Spider-Man Homecoming" tiene algo más oculto que el simple interés comercial y monetario. Pero la respuesta es sí. Tras la entretenida, épica y elegante trilogía de Sam Raimi (que hoy en día puede seguir disfrutándose con gusto dentro del género aventurero con estupendos momentos dentro de ella), y la bastante menos exigente, inspirada... y más gris y errada bilogía de Marc Webb (que pretendía llegar a ser una exitosa serie fílmica pero el escaso talento de los libretos y las interpretaciones, hizo que no llegara a buen puerto), llega este tercer intento que da la razón a sus productores y creadores cuando nos afirmaban que se trataba de un film "más fresco y mucho más cercano el espíritu del cómic original" (admito que pensé que estas afirmaciones eran más una estrategia publicitaria que otra cosa).

Y es que "Spider-Man Homecoming" deja de lado ese tono pretendidamente oscuro (Spider-Man jamás ha sido un superhéroe tenebroso con demonios internos y con un estilo de vida dado a la tragedia absoluta al estilo de Batman/Bruce Wayne) que Webb quiso hacer calar en el espectador, haciendo que sus dos cintas resultaran desubicadas en su propia trama. "Spider-Man Homecoming" regresa al espíritu del Spider-Man original; un adolescente irreverente, ocurrente y jovial que utiliza su sentido del humor tanto en sus avatares de instituto como en sus peleas contra los supervillanos de turno.

El tono de la cinta no es el único acierto de este Spider-Man, el film también acierta en no contarnos de nuevo (una tercera vez ya seria demasiado cantoso) los orígenes del superhéroe (como hizo Webb copiando malamente a Raimi); pues este Peter Parker se nos presenta ya completamente cómodo en su rol de suerhéroe neoyorkino, en "Spider-Man Homecoming" a Peter Parker ya le ha mordido a araña radioactiva y se trata de un adolescente que compagina con mucha jarana e inventiva los inspirados enredos cómicos de su vida de adolescente con su trabajo de superhéroe en Nueva York. Curiosamente, y a pesar de ser la sexta película de Spider-Man, lo que nos ofrece esta cinta es algo novedoso para con el personaje: nunca le habíamos visto en enredos de instituto que se vuelven más rocambolescos por culpa de esa doble vida que le ha tocado al protagonista.

Y es que este Spider-Man tiene mucha comedia. Una comedia cargada en sus momentos de desvergüenza y fluidez... y por ello funciona, pues es una comicidad despierta, audaz, espabilada, sagaz e intuitiva en casi todo momento. Por supuesto el film también nos regala un lance aventurero de "atrapar el supervillano" (en este caso el Buitre), pero en esta ocasión es la comedia la que lleva la voz cantante y, aunque la trama de aventuras y acción no se abandona por completo en el desarrollo argumental, resulta una trama que queda algo más desdibujada y palidece ante las tramas de otras cintas del género (mismamente los Spider-Man de Raimi, los Batman de Nolan o los X-Men de Singer). Esto no quiere decir que la cinta no sea equilibrada, pues su argumento acaba siendo ponderado (entremezclando comedia de enredo, diálogos entre adolescentes tan raudos como irónicos, y aventura fantástica con sensatez).

Así pues el guión es notable, mucho más iluminado, cómplice y juicioso de lo que se podría esperar en sus avatares y diálogos (cargados todos ellos de verborrea perspicaz (pero sin nunca caer en lo histriónico). Y con un desarrollo argumental hábil y vivaz (la trama no divaga en ningún momento, y no deja respiro al espectador).

Otro punto a favor de este Spider-Man son ciertos de sus intérpretes... destacando evidentemente el rey de la función, un Tom Holland que demuestra ser un actor de lo más completo (ya demostró en "Lo imposible" (2012) que podía ser muy grande en el drama y aquí demuestra ser muy grande en la comedia) y que no tiene nada que envidiarle a Ryan Reynolds y su "Deadpool" (2016) en cuanto a superhéroes bocazas, avispados y sarcásticos se refiere. El actor británico posee una gran naturalidad y complicidad para con el espectador, lo que nos acerca más a su personaje. Presenta un manejo de la gestualidad en la comedia innato y un carisma muy prometedor (auguro a Holland un futuro inmenso en el Séptimo Arte si sabe elegir bien sus proyectos). Destacan también Jon Favreau y Robert Downey Jr. en la comedia como mentores del protagonista (algo que ya sabíamos gracias a la saga de Iron Man). Michael Keaton por su parte está carismático e interesante en cualquier papel que se le presente, pero su villano no está demasiado trabajado en el guión (no es el Doctor Octopus de Alfred Molina en "Spider-Man 2" (2004) precisamente).

La cinta evidentemente tiene sus puntos débiles. La banda sonora es tan rutinaria como trillada (se echa mucho de menos la intrigante y original banda sonora de Danny Elfman de la trilogía de Raimi), la realización de John Watts (incluyendo el manejo de la cámara y la edición), si bien correcta, no presenta singularidad alguna, el diseño de producción es aceptable pero no tan asombroso como el de otros films del mismo corte, y los efectos especiales no destacan en ningún momento.

Puntos flojos que, junto al poco desarrollo argumental de la trama de aventuras superheróicas, no empañan un divertimento tan gustoso y atinado; una juerga tan descarada, rauda, ingeniosa y graciosa. En su conjunto es la mejor película de Spider-Man que he visto de las seis, muy recomendable para todo fan del género, "Spiderman Homecoming" está al nivel de "Deadpool" (o incluso es mejor), "Guardianes de la Galaxia" (2014) y "Kick-Ass" (2010) (quizá no llega a tanto en su calidad, pero casi casi casi).

Lo mejor: Sin lugar a dudas el humor de su guión...