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Voto de Tiresiasjh:
8
Documental Documental sobre la reconstrucción del cementerio ficticio de Sad Hill, construido en España (concretamente en los términos municipales de Contreras y Santo Domingo de Silos, en Burgos), hace 50 años, para la secuencia final de la película de Sergio Leone "El bueno, el feo y el malo". El documental cuenta con intervenciones de Ennio Morricone o de Clint Eastwood, entre otros. (FILMAFFINITY)
24 de octubre de 2018
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con motivo del 50º aniversario del estreno de la película "El bueno, el feo y el malo", un pequeño grupo de fans del mítico western de Sergio Leone se propone localizar y recuperar, tras cincuenta años de abandono, el escenario original donde se rodó la secuencia final.

En torno a este objetivo común, se nos irán presentando progresivamente cada uno de los protagonistas del documental, con sus vivencias personales y motivaciones para llevar a cabo esta proeza (o locura) así como su relación con la emblemática película protagonizada por Clint Eastwood, elevado a la categoría de deidad por estos arqueólogos del cine. Porque en el fondo son eso, una mezcla de arqueólogos por un lado y, por otro, los acólitos de un dios: Clint Eastwood.

De este modo, y como si se trataran de unos Indiana Jones del medio cinematográfico, se podría comparar su búsqueda con aquella del Santo Grial o el arca prohibida y, si entre las ruinas de aquel remoto valle de Burgos se hubiera hallado el poncho de Clint, sin duda lo habrían adorado igual que adoran los creyentes de Cristo a la sábana santa.

Es esta especie de mitificación, lo que va sumando poco a poco, y gracias también a las ingeniosas iniciativas de sus principales promotores, cada vez más adeptos que se unen voluntariamente y por amor al arte a este rocambolesco proyecto cuyo objetivo no es otro que recuperar una parte de su infancia o de sus vidas, un recuerdo marcado por el cine, como tantas y tantas veces ocurre, solo que en este caso es posible recuperarlo, volver allí donde se rodó y pisar el suelo que pisaron sus intérpretes y creadores. Y es esto lo que emociona al espectador, esa pasión y esfuerzo por restaurar ese terreno casi místico que marcó sus vidas.

Y así, por momentos durante el metraje, uno deja de ver a unos tíos de 40 y tantos años o más, y ve a unos niños que sueñan con volver a ser vaqueros jugando con sus revólveres. Es lo que conmueve y lo que da envidia también, porque yo también quiero jugar a ser vaquero otra vez.
Tiresiasjh
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