Como pasa con muchas series, hacen falta varios capítulos, a veces temporadas enteras, para llegar a sentirse cómodo con los personajes. Es el caso de Frasier; cuando empecé a ver esta serie, no me gustó, los chistes no me hicieron gracia, los personajes no me cayeron bien... pero, como si intuyera que eso iba a cambiar, seguí adelante.

Poco a poco descubrí que tras el fastidioso esnobismo de Frasier se esconde un hombre amable, con toques tiernos; que Niles es probablemente el personaje con la lengua más refinadamente afilada que he tenido el gusto de conocer en la ficción; que Daphne es toda ella una muestra de sentido común con un toque de cómica extravagancia; que Martin Crane es a veces (y sin proponérselo) mejor psiquiatra que sus dos estirados hijos. Y que Eddie es el perro más carismático que haya salido nunca por la tele.
Ahora tengo una carpeta en mi PC que se llama "Capítulos memorables de Frasier", y allí están esos grandes momentos que me han hecho llorar de risa.

La recomiendo, desde luego. Y tengan paciencia: unos personajes tan estirados no se digieren a la primera.