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Voto de Pedro Triguero_Lizana:
6
Drama Narra el fugaz reinado de Amadeo de Saboya en España, que en 1870 intentó poner en orden y modernizar un país ingobernable. Un rey incomprendido en el exterior y rápidamente refugiado en su interior: fuera de su palacio, el país se derrumba, y dentro de él, su corte se abandona a los juegos, el amor, los placeres, la belleza y la melancolía. (FILMAFFINITY)
17 de noviembre de 2014
8 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sentía mucha curiosidad por esta película desde que la estrenaron, y bastantes meses después la he podido ver. Me ha parecido una obra muy curiosa, no del todo conseguida, pero sí al menos arriesgada y original, lo que no es poco. Miñarro trata de renovar el cine histórico desde una perspectiva fuertemente simbólica y minimalista, en la que las grandes reconstrucciones de ambientes, escenarios, arquitecturas, vestuario, etc., se reducen a los mínimos elementos indispensables. Es como si los responsables del film se hubiesen planteado, de entrada, que no querían, o no podían -o las dos cosas a la vez- gastar dinero en extras, ambientación, escenografía, decorados, etc., reduciendo así los escenarios de la acción a uno solo, un Castel del Monte (Italia) que hace las veces de la residencia madrileña del breve rey Amadeo I.

Con estos mimbres, se crea un mundo sensorial, íntimo, silencioso, en el que no falta el sexo -a veces un poco gratuito-, ya sea heterosexual, homosexual, o solitario, ni tampoco la política -todo contribuye a crear una sólida sensación de aislamiento, y todo ayuda a crear la idea de que Amadeo I era un rey sumamente aislado, sin apoyos reales en su entorno, aparte del de Prim, que muere asesinado antes de la llegada del nuevo rey- ni tampoco la música francesa de los años 60 (Les Surfs, Françoise Hardy). Los diálogos, en los que se alterna constantemente el uso del catalán y el del castellano, hacen que este film se convierta en una experiencia aún más especial todavía. La fotografía, que llena de colores y texturas cada plano, es también digna de destacar. Àlex Brendemühl compone, por su lado, un Amadeo de Saboya muy particular, que, incapaz de llevar a cabo sus planes políticos, parece refugiarse en un mundo privado de sensaciones.

A partir de ahí, creo que se da libertad al espectador para elucubrar, o para buscar lecturas, sobre el papel de la monarquía (muy cuestionable) en una España contemporánea (la de fines del siglo XIX, pero también la actual) que se pretende modernizar pero sin eliminar de sus instituciones símbolos políticos de tiempos más antiguos. Los anacronismos no son sólo, pues, la música pop francesa en un contexto histórico del siglo XIX, sino también, y a la vez, la propia monarquía, por muy moderna que se crea. Cuando vemos a Brendemühl echar un bailecillo, Miñarro no sólo hace humor, también hace una reflexión política, más o menos crítica con la monarquía.

Se puede afirmar que ésta es una visión realmente extravagante de Amadeo I y de su época, pero ¿cuántas películas españolas se han hecho sobre este rey, o sobre los años que van de 1868 a 1874, tan agitados y convulsos, dentro del ya convulso siglo XIX español?
Pedro Triguero_Lizana
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