Las películas de catástrofes valen lo que valen sus situaciones, especialmente las más dramáticas e impactantes: si éstas son emocionantes, la historia se vuelve emocionante; si no es así, el conjunto empieza a flojear rápidamente. En este caso, la catástrofe inicial es impactante, pero luego Rob Cohen no consigue mantener el mismo ritmo, y las peripecias y los peligros se alargan demasiado. Todo parece preparado para que los personajes de Sylvester Stallone y Amy Brenneman se enamoren -aunque no parece haber mucha química entre ellos-, y para tener en vilo al respetable sobre si Stallone -un héroe caído en busca de su merecida redención- se salvará o no al final. La secuencia en la que los sufridos supervivientes del túnel han de bucear para llegar a un refugio seguro, parece una copia de una secuencia muy parecida de "La aventura del Poseidón" (The Poseidon Adventure, 1972), de Ronald Neame. Destacan los efectos especiales y la fotografía en color. La banda sonora, eso sí, es muy mala.