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España España · Madrid
Voto de indrani:
10
Terror. Drama Dos ex-jugadores de baseball deben cruzar una Nueva Inglaterra que ha sido completamente devastada. El carácter opuesto de ambos hará que el viaje sea incluso más complicado. (FILMAFFINITY)
15 de diciembre de 2013
7 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los fans de las películas de zombies se dividen entre aquellos cuyo principal interés son los zombis y aquellos para los cuales lo son los humanos. Es una diferencia esencial, la misma que hay entre el cine de acción a cascoporro y el drama intimista. Aunque me gustan las escenas moviditas y palomiteras como al que más -en el momento adecuado-, siempre me interesará y me intrigará mucho más la situación del último ser humano sobre la Tierra que la de ese mismo ser humano enfrentado a una horda de zombis. Y The Battery viene a ser más o menos eso: el dilema existencial, el horror mudo y casi siempre disfrazado de la convivencia, el abismo de las decisiones, la necesidad de compañía, aunque sea la de un mentecato. El ser humano enfrentado a sí mismo. Toda una invitación a la filosofía: ¿qué harías tú si fueras uno de los contadísimos supervivientes de la hecatombe y te encontraras con que tu único compañero es un tipo con el cual lo único que tienes en común es que a los dos os gusta el béisbol? ¿Y esa misma situación, con unos cuantos zombis apareciendo de la nada y con mucho apetito? ¿Cambiarían drásticamente esos cuantos zombis lo crudo de vuestra situación o sería, en esencia, la misma que la de unos accidentales compañeros de piso obligados a llevarse bien?

A Jeremy Gardner, director y protagonista de "The battery", le interesa esa situación. Le interesa el ser humano enfrentado a sus propios límites. Rodó "The battery" con un presupuesto de unos 5.000 dólares, los cuales le bastan y le sobran para componer una obra auténticamente genial, sin pegas ni reparos. Es, claro está, una situación imaginaria, pero quizá no tanto: no tenemos ni idea de cómo sería el día a día de dos supervivientes de la infección mundial que convierte a los muertos en caminantes, pero pienso que no sería muy diferente de las estampas que nos muestra "The battery": conducir sin destino, sin ir a ningún lugar; comer comida enlatada y cepillarse los dientes con agua mineral; entrar en las casas de gente conocida para mirar en sus dormitorios y espiar en sus cajones; pasarnos horas en un huerto de árboles frutales, sesteando, comiendo manzanas, fumando y jugando al béisbol, porque no hay ordenadores, ni Internet, ni videojuegos, ni televisión, ni hay teléfono y, si lo hubiera, tampoco tendríamos a nadie a quien llamar. Pasar horas y horas de aburrimiento y de conversaciones sobre lo que nos gustaría hacer o tener ahora mismo si pudiéramos elegir. Matar unos cuantos zombis y reprochar al otro no tener agallas para hacerlo. Oír una voz por la radio y que se nos dispare la imaginación porque estamos locos por ver a alguien con quien empatizar, conectar y de quien enamorarnos... y hacer chistes, claro que sí, ¿por qué no? Quizá con más motivo que nunca. Sí; si algún día, por fin, acontece el holocausto zombi, la vida después de él no debe de ser algo muy distinto de lo que nos describe "The battery".

Pero, además de las conversaciones, los minipartidos de béisbol y las bromas entre dos tipos que no son grandes amigos pero que están condenados a vivir juntos, en "The battery" hay horror, y el horror, cuando aparece, es enfermizo, es intenso como pocas películas de terror son capaces de mostrarnos, y, sobre todo, es un horror con el que todos podemos sentirnos identificados. Es un horror muy existencial, angustioso, como el del que espera el diagnóstico del médico tras encontrarse un lunar con repentino mal aspecto o como el del familiar de alguien que iba en un autobús siniestrado. Es el horror de quien espera lo peor, casi porque está abocado a ello, pero sin embargo mantiene viva la llamita de la esperanza. Nos sentimos horrorizados junto con esos dos hombres, Ben y Mickey, porque Jeremy Gardner y Adam Cronheim nos han agarrado del pescuezo y nos han metido en la película, y nos han convertido en el tercer pasajero de ese viaje a ninguna parte. O más aún: nos han hecho meternos debajo de la piel de Ben y Mickey. De repente, somos ellos, somos cada uno de esos dos últimos hombres. Sentimos su esperanza porque sentimos su horror. Un horror muy humano en una película que, a pesar de los zombies, es un drama tan realista que pone los pelos de punta.

Y es ahí donde está la verdadera grandeza de "The battery": en ser capaz de transmitirnos esa humanidad. Ben y Mickey no son personajes cualesquiera: son nuestros amigos, nuestros vecinos, son ese hombre desconocido, alguien cualquiera del metro o del supermercado, alguien a quien de repente vemos de verdad, porque es humano como nosotros. "The battery" es, en realidad, un canto al ser humano, a todo lo que nos hace humanos, a nuestra capacidad para el temor, el humor, la empatía y el coraje, a todo eso que hace que, aunque sepamos que tenemos todas las de perder, nos levantemos y luchemos.

"The battery" es la mejor película de terror que he visto en mucho tiempo, y es la mejor película -y punto- que he visto este año.
indrani
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