Por desgracia existe en el mundo mucha más pobreza y miseria de la que aparece en la película que nos ocupa. No obstante, el valor que posee como instrumento comunicativo para enseñarnos parte de esa miseria que existe en nuestros tiempos, es impagable. El argumento sería un "caramelo" para un buen melodrama de cinco pañuelos, de los que hacen salir a mucha gente de las salas alabando lo buena que ha sido la película, para luego volver a una cómoda existencia tan lejana de la realidad como ese cine que acaban de ver. No será ésta, una de esas películas. Aquí el drama no se apoya en una banda sonora lacrimógena, ni unos personajes distorsionados por la cámara hasta producir en el espectador pena o tristeza. Las emociones sobrevienen de la forma más cruda y desnuda que uno puede esperar cada minuto que avanza la trama. Sucede de manera constante porque en todo momento sabes que es cierto, que existe gente que pasa por penurias como las que estás viendo y te incomoda saber, además, que la hipocresía que reina en la vida real debería ser parte de un argumento de una película de terror. Pero no, esta vez te das cuenta de que no es una película aunque lo sea. Esta vez la ficción se funde con la realidad y nos hace a todos partícipes de que la perfección, sólo existe en el arte.