Un grupo de agentes secretos británico actúa contra de las amenazas que ponen en peligro sus intereses. Son refinados en su vestimenta pero no tienen piedad a la hora de acabar con el enemigo aunque hay algunos pequeños detalles que se les escapan que pueden ir en su contra y echar para abajo todo el esfuerzo y dedicación que han invertido en su preparación de tantos y tantos años de duro trabajo y sacrificio.

¿Que pasaría si en una película mezclamos cositas de James Bond, Mortadelo y Filemón, Sherlock Holmes, Batman y Matrix?. Pues que saldrá una película extremadamente sobrecargada, con escasa humildad, cero autocrítica y ya vista mil veces. No aporta nada nuevo al género de espías porque está ya todo inventado. Esta vez el director Matthew Vaughn no repite el buen resultado conseguido con Kick-Ass y se deja llevar por las estridencias en la adaptación del cómic a la gran pantalla. Entre el buen manojo de actores, las caras más conocidas son las de Colin Firth y la de Michael Caine, ambos del lado bueno (por decir algo). Algún buen momento de humor british hace más llevadera la penitencia de un film que ha recibido buenas críticas generalizadas pero que, para la opinión de un servidor, no deja de ser un mal sueño de verano, pero vista a las puertas del invierno, con frío y sin piscina, así que peor aún. Y para colmo ya está anunciada para 2017 la segunda parte…me pasaré al cine mudo.

Lo mejor: Las escenas de lucha. Pelear con esmoquín le da un toque “cool” que congenia muy bien con el “gore. La interpretación de Samuel L. Jackson no deja indiferente a nadie.

Lo peor: Demasiado excesiva tanto en metraje como en forma. Es la diferencia entre un buen cómic y una patata de película. Un tono muy prepotente. Al jovencito Taron Egerton aún le quedan muchos platos que fregar en este mundo.

Nota: 4/10