Las comparaciones son odiosas pero inevitables cuando se trata de versiones de la misma película, y la de 2019 no le llega a la suela del zapato a la del 94, por mucho que sus protagonistas se enfuercen en sobreactuar. Pocas veces he visto en la pantalla una química tan pobre. Tanto es así que Timotheé Chalamet (a quien adoraré toda mi vida por su maravilloso Elio Perlman) no puede más que exagerar la escena de la proposición a una Jo por la que en ningún momento previo de la película notas el más mínimo sentimiento. En la Mujercitas de los 90 esta escena es romántica, dulce y incluso graciosa. En la actual no sabes ni de donde sale y es RIDÍCULA y forzada al extremo. Antes nombraba a Elio Perlman, la sutileza hecha personaje y la prueba de que para mostrar la profundidad y magnitud de un sentimiento no es necesaria la sobreactuación barata. Lo siento, pero es que Mujercitas de Greta Gerwig me ha dejado muy mal sabor de boca.
Sinceramente no entiendo las alabanzas que está teniendo por parte de la crítica, especialmente hacia Greta Gerwig, Saoirse Ronan y Timotheé Chalamet cuando, a mi modo de ver, dejan mucho que desear. Lo mejor ha sido recuperar la versión del 94 de Gillian Armstrong, con un elenco para llorar de la emoción y con una química entre todos sus personajes, en especial entre Jo y Laurie, con la que deberían hacer un estudio los que tanto les gustan sus intérpretes actuales.
Quien quiera disfrutar de Mujercitas en su versión cinematográfica que se haga un favor y vea la de 1994. De las anteriores no puedo hablar porque no las he visto.