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Voto de sherlock:
8
Thriller Madrid, principios del siglo XXI. Un día, el inspector de policía Santos Trinidad, volviendo a casa muy borracho, se ve involucrado en un triple asesinato. Pero hay un testigo que consigue escapar y que podría incriminarlo. Santos emprende una investigación destinada a localizar y a eliminar al testigo. Mientras tanto, la juez Chacón, encargada de la investigación del triple crimen, avanza meticulosamente en la búsqueda del asesino ... [+]
14 de octubre de 2011
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
No habrá paz para los malvados (título tomado de un versículo del profeta Isaías) es una muestra de cine negro en estado puro que gira en torno a una compleja intriga —la cual involucra a narcos colombianos y terroristas yihadistas— desmenuzada por Enrique Urbizo lentamente, con paciencia y, al mismo tiempo, claridad expositiva, mientras aparecen —rodados con elegancia, sequedad y tenebrismo— descampados, polígonos industriales, andenes y barrios populares de Madrid, amén de bares typical spanish (con sus máquinas tragaperras incluidas) y prostíbulos varios.
Lo mejor de la película, sin duda, es su protagonista, el inolvidable Santos Trinidad —magistralmente interpretado por José Coronado—, todo un antihéroe, un ser sin escrúpulos, un “hombre oscuro”, un detective que pudo haberlo sido todo dentro del escalafón policial pero que por circunstancias desgraciadas (y que no quedan del todo claras a lo largo de la película) se convierte en un fracasado, en un vengador egoísta de gatillo fácil que trata de alienarse, de escapar de su infierno terrenal y su sinsentido vital, bebiendo cubatas a los que cada vez añade menos coca-cola, si bien el azar le brindará la oportunidad de redimirse sin él buscarlo. El modo de actuar de Santos, ese tomarse la justicia por su mano, contrasta con el proceder metódico de la jueza Chacón (Helena Miquel) —ayudada por el perspicaz inspector Leiva (Juanjo Artero)—, que representa lo que debería ser una investigación judicial rigurosa, a pesar de las trabas que provocan la falta de coordinación e ineptitud de los distintos cuerpos policiales; pero Urbizu no utiliza ello como coartada para lanzar una diatriba política que vaciaría de hondura psicológica a la historia y a los personajes.
Con diálogos precisos, silencios, planos y miradas que hablan por sí solos y una excelente fotografía, No habrá paz para los malvados —que comienza y concluye con sendos tiroteos grandiosos— muestra que otro cine español es posible, un cine que no tiene porqué recurrir machaconamente a temáticas guerracivilistas mostradas siempre desde la misma óptica, malvados curas pederastas o sexo fácil y banalizado.
sherlock
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