Segunda película del alemán Hans Weingartner con la actuación de Daniel Brühl, cuyos papeles cada vez me gustan más. El tema es de lo más original, aunque a veces caiga un poco en los tópicos de la joven rebeldía contra el capitalismo. Los minutos te van enganchando junto a una historia de amor de lo más hippie, que recupera el latido en algunos momentos realmente lentos. Hay una frase para enmarcar sobre la política liberal antes y después de los 30 años. Una cinta adulta para pensar, soñar y despertar.