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España España · Barcelona
Voto de manulynk:
6
Comedia Sátira política protagonizada por Alexandre Taillard de Vorms, Ministro de Asuntos Exteriores de Francia, siempre dispuesto a tratar con los poderosos y consolidar su candidatura para el Premio Nobel de la Paz. (FILMAFFINITY)
26 de marzo de 2015
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Acostumbrados a películas de un marcado corte social, sorprende que el veterano realizador francés, Bertrand Tavernier, se descuelgue con esta comedia. Es cierto que se desarrolla en los entresijos del ministerio de asuntos exteriores, pero la verdad es que aunque no falta cierto tono paródico, en el fondo se trata de un film más bien cómico.

Tavernier se ha inspirado en un cómic de Abel Lanzac y Christophe Blain (quienes también son los encargados de firmar el guión), en el que se retratan las vivencias de un joven dentro del ministerio de Villepin. En el film, el ministro es Taillard de Worms (Thierry Lhermitte), una persona enérgica y de verbo fácil que contrata al joven Arthur Vlaminck para que le escriba los discursos. El relato está realizado desde el punto de vista de Vlaminck, el cual pasa a formar parte de un curioso gabinete con el que Taillard de Worms trata de lidiar con asuntos internacionales de primer orden.

El hecho que Tavernier evite situar al ministro en un partido político (aunque se intuye que es de derechas) da cuenta de la voluntad por parte del realizador de presentar al ministro como una figura ajena a las corrientes ideológicas de la derecha o de la izquierda. También ayuda bastante que trate de la cartera de exteriores, que acostumbra a ser el ministerio que menos desencuentros tiene entre los partidos políticos.

De esta forma, Tavernier se centra en la persona y no tanto en su sesgo ideológico. Porque lo cierto es que pese a algún que otro inserto (que chirría bastante, todo hay que decirlo), el realizador parece preocuparse más por la situación divertida en sí, que no por realizar un ácido retrato sobre la política francesa. El Taillar de Worms que retrata Tavernier es un tipo enérgico (cada vez que entra por una puerta los papeles vuelan en un gag quizás excesivamente repetido), siempre está en movimiento, y con una verborrea considerable y su mayor preocupación es cubrir todos los frentes de lo políticamente correcto en sus discursos. Aquí entra en escena Vlaminck, quien entra a formar parte de su gabinete aunque apenas puede seguirle el ritmo a tan enérgico personaje y que poco a poco tendrá que ir puliendo su propio estilo para adecuarlo a las necesidades del ministro. Por el camino pasará por no pocas visicitudes e irá aprendiendo a desenvolverse con cierta soltura en un mundo que parece estar al margen del mundo real.

Por la velocidad de los diálogos y la inmediatez que pretende reflejar el realizador, recuerda en cierta forma a la gran "Uno, dos tres" de Billy Wilder, aunque carece de la acidez del genial realizador austríaco. Aún así Tavernier consigue dar un tono cómico a un ámbito como es el político de cuyas decisiones dependen millones de personas de un país, pero cuya voz no parece ser escuchada, ahogada por la voz de los propios políticos más preocupados en transmitir mensajes grandilocuentes y en escucharse a sí mismos que a los demás, mientras se refugian en antiguos palacios decimonónicos durante el tiempo que dura su mandato. Seguramente a Tavernier se le de mejor la crítica social que la comedia, pero también es cierto que algunas ideas entran mejor con una sonrisa.
manulynk
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