El título de este film dirigido por Lisa Azuelos, es toda una declaración de intenciones. LOL es una expresión muy utlizada en los ambientes cibernéticos y digitales que sirve para indicar que nos estamos riendo a carcajadas y que viene a expresar perfectamente a una nueva generación que vive constantemente rodeada de la última tecnología y la inmediatez por bandera. La trama gira alrededor de la adolescente Lola (Christa Theret), con la que asistimos a sus problemas afectivos, y familiares. La realizadora no pretende en ningún momento realizar un verdadero análisis profundo sobre los adolescentes ni sobre el tema escolar, aunque si que intenta retratarlos con un cierto barniz de realidad.

Pero dicho realismo resulta falso, excesivamente edulcorado como podemos comprobar al observar los comportamientos de Lola y sus amigos, a través de breves imágenes en las cuales les vemos chateando o enviándose mensajes, plenos dominadores de la tecnología digitial, así como sus escarceos con el sexo o las drogas si bien tienen un toque nada moralizante ni hipócrita, tampoco se quiere incidir excesivamente en ellos, dejándolos precisamente en eso: primeros escarceos sin importancia.

El film no sería gran cosa si su contenido se hubiera limitado únicamente a retratar las “aventuras” de Lola y su grupo de adolescentes. Pero al introducir al personaje de la madre de Lola, Anne (una soberbia madurez la de la Sophie Marceau), Azuelos nos ofrece otra dimensión diferente y al mismo tiempo paralela del mundo de los adolescentes: el de sus padres. Pese a la diferencia de edad y teniendo a la vista los 40, Anne, tiene problemas similares a los jóvenes en lo que a términos afectivos se refiere. Así podemos ver claramente como hay una identificación entre los asuntos amorosos de Lola y los de su madre, divorciada, que duda si cerrar definitivamente página con su ex. Pese a esta mirada un tanto “liberal” al mundo de los adultos, no faltan los estereotipos de padres intransigentes más vinculados a una visión mucho más tradicionalista. Aunque parece acertada esta visión en paralelo que intenta mostrar el mismo tipo de problemas entre padres e hijos, es inevitable constatar que hay una diferencia de edad y por consiguiente de perspectiva. Lo que indica que pese a querer comprender a sus hijos, nunca dejarán de ser padres, y pese a compartir situaciones similares, las perspectivas son diferentes.

Quizás el film podría haber sido algo más incisivo, y mucho menos edulcorado, transmitiendo un optimismo que dista mucho de ser real. Pero el propósito de la directora no era el de ofrecernos una visión profunda, sino más bien de conjunto, y por ello excesivamente generalizada cercanas al estereotipo ofreciendo un producto de fácil digestión, cercano a las típicas producciones “made in Hollywood”.