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Voto de Sibila de Delfos:
9
Fantástico. Aventuras. Acción "El Hobbit: La Desolación de Smaug" continua la aventura de Bilbo Bolsón en su viaje con el mago Gandalf y trece enanos liderados por Thorin Escudo de Roble en una búsqueda épica para reclamar el reino enano de Erebor. En su camino toparán con multitud de peligros y harán frente al temible dragón Smaug. (FILMAFFINITY)
15 de diciembre de 2013
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se podría acabar rápido una crítica de El hobbit: La desolación de Smaug diciendo que es muy superior a la primera película en todo.
Extendiéndonos un poco más, se podría continuar diciendo que Peter Jackson mantiene en esta segunda parte todo lo que tenía de bueno la primera, mejorándolo incluso, y corrige uno de sus mayores defectos. La odisea de Bilbo y los enanos sigue siendo un festín para la vista, un espectáculo visual impecable, un alarde de efectos visuales, un soberbio trabajo de diseño de producción, vestuario y maquillaje (por fin esta vez la mayoría de los orcos vuelven a ser actores maquilados, y no muñecos hechos con ordenador, como Azog y su comandante). Jackson vuelve a demostrar un dominio único de la cámara, su especialidad en planos aéreos (marca de la casa de sus adaptaciones de Tolkien) y ese don único para hilvanar set pieces maravillosas una detrás de otra. Porque ese es uno de los grandes aciertos de La desolación de Smaug. Allí donde la primera entrega se perdía demasiadas veces en tramos sin interés o directamente aburridos, esta película es todo lo contrario. Ante los ojos del espectador se suceden multitud de momentos increíbles, tantos que resulta difícil enumerarlos (las arañas, el prólogo, la huida del Bosque Negro y la posterior persecución por el río, el encuentro con Bardo, la subida a Erebor, Gandalf en Dol Guldur...). El ritmo no da tregua en casi ningún momento y existe un interés mucho más claro por no perder el tiempo y dar rienda suelta a todo lo que hay en la historia, que es mucho y bueno. Es, en pocas palabras, una película de aventuras con todas sus letras, de las que ya no se hacen, como ya lo era la primera pero infinitamente más mejorada y más épica, lo que ayuda a aumentar la emoción y la conexión del espectador con los personajes, algo coja también en Un viaje inesperado.
Los actores siguen funcionando a la perfección, especialmente un adorable Martin Freeman, un Richard Armitage de poderosísima mirada y el siempre excelente Ian McKellen. Excelentes son también las aportaciones de Lee Pace y Luke Evans, y por supuesto la vuelta de un Orlando Bloom que aprovecha muy bien el giro oscuro que ha tomado el personaje de Legolas en esta entrega, convertido casi en un villano. Evangeline Lilly lo tiene más complicado para brillar, porque su personaje es uno de los mayores errores de la película, o más que el personaje lo que Jackson hace con él. La historia que envuelve a Tauriel y a otro personaje que no cabe mencionar aquí, por si acaso, ralentiza muchísimo el ritmo, especialmente al final, y además no aporta nada ni es demasiado interesante. Un gran fallo de guión de Jackson, Fran Walsh, Philippa Boyens y Guillermo del Toro, como lo es también ignorar a Bilbo durante un buen rato (apenas habla desde la huida por el río hasta la llegada a Erebor) y seguir alargando escenas y tramas para cumplir con la manía de que la cosa dure casi tres horas (el episodio en Esgorth, que aun así tiene una escena excelente entre Thorin, Bardo y las gentes de la ciudad).
Pero nada ni nadie puede hacer sombra al gran atractivo de la función, que es por supuesto el dragón Smaug. Su secuencia justifica de sobra el precio de la entrada. Con un diseño espectacular, un carisma insólito y por supuesto el excelso trabajo vocal de Benedict Cumberbatch, Smaug se adueña de todo y lo que estaba siendo una entretenidísima epopeya fantástica se convierte en algo inolvidable. Es una lástima que Jackson interrumpa continuamente la acción de enanos y dragón cortando el clímax para llevar al espectador a otros lugares, pero ni por esas la sensación de estar viendo algo único desaparece del corazón del espectador. Una secuencia magistral rematada, además, por un final gigante de esos que hacen quedarse sin uñas a más de uno.
Un gustazo para los sentidos, aunque los más puristas se lleven las manos a la cabeza por todo lo que se ha cambiado de la novela. Para los demás... hay una última cita con todos estos personajes icónicos.

Lo mejor: Casi todo.
Lo peor: Lo que se hace con Tauriel y los minutos que le sobran de la parte en la Ciudad del Lago.
Sibila de Delfos
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