Pues éso.
Aparte de que la película de Charles Crichton con guión del maravilloso John Cleese es una comedia maravillosa, llena de gags estupendos que además no pasan de moda con los años, si por algo merece recordarse esta cinta es por la genial presencia de un Kevin Kline en estado de gracia. Jamás ha estado mejor el norteamericano, ni tan divertido, ni tan atractivo, ni tan esperpéntico.
Por supuesto, como digo, la película en sí es francamente divertida, y de una idea poco o nada original crea una sinfonía de gags interminable en la que muy pocos momentos no resultan tronchantes. Por supuesto, hay que destacar también la labor de Jamie Lee Curtis, pícara y llena de energía, de un John Cleese perfecto como caballero inglés soso y después desinhibido, y de Michael Palin explorando todos sus registros cómicos.
Para pasar un gran rato de risas aseguradas.

Lo mejor: Los cuatro actores principales, y especialmente Kevin Kline.
Lo peor: Quizás tiene un pequeño bajoncillo de ritmo en los muchos encuentros entre Archie y Wanda.