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Voto de Sibila de Delfos:
9
Romance. Drama Elio Perlman (Timothée Chalamet), un joven de 17 años, pasa el cálido y soleado verano de 1983 en la casa de campo de sus padres en el norte de Italia. Se pasa el tiempo holgazaneando, escuchando música, leyendo libros y nadando hasta que un día el nuevo ayudante americano de su padre llega a la gran villa. Oliver (Armie Hammer) es encantador y, como Elio, tiene raíces judías; también es joven, seguro de sí mismo y atractivo. Al ... [+]
16 de enero de 2018
2 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pasa un poco con Call me by your name lo que con La forma del agua, aunque menos. Es decir, viene un poco inflada por las críticas maravillosas y los premios, y eso hace que el público espere muchísimo de ambas y esas expectativas tan altas no se cumplan después.
Como decimos, con Call me by your name pasa, aunque menos que en la cinta de Guillermo del Toro. El problema de la cinta de Luca Guadagnino (el único problema, de hecho) es que tiene una duración indefendible. 130 minutos son demasiados, y pesan especialmente en su primer tercio. El conocimiento y cortejo mutuo entre Oliver y Elio hasta que esa pasión cristaliza en algo más es excesivamente largo y algo lento en su ritmo, y es lo que impide que la película se lleve la máxima nota. Sin embargo, es perfectamente comprensible el entusiasmo generalizado con la película, porque es un ejemplo no solo de exquisita sensibilidad cinematográfica en el tratamiento de la historia de amor, sino también una reivindicación de un cine más sencillo, con encanto, que retrata un mundo de belleza (y dolor, porque también hay dolor) que está muy alejado de las continuas desgracias y maldades de la humanidad que vemos cada día en los telediarios. Los maravillosos paisajes italianos, con esos pueblecitos de calles encantadoras, suponen la ambientación perfecta para las vivencias de Oliver y Elio, dos personas que se enamoran y exploran esos sentimientos aun sabiendo que las circunstancias... son las que son. Como digo, en su historia solo hay belleza. Es como si sólo existieran ellos en ese pueblecito italiano, a salvo de las cosas negativas del mundo y a salvo de las miradas reprobatorias. Y James Ivory plasma todo eso en palabras que nutren escenas que son una delicia, como la conversación casi final entre Elio y su padre (uno de los progenitores más ejemplares del cine, sin duda) o los últimos veinte minutos del filme en su totalidad, absolutamente exquisitos.
Sobre lo que no hay duda es sobre la excepcional interpretación de Timothée Chalamet, real como la vida misma (atención a su primer plano final, arrebatador), y la química bestial que tiene con un Armie Hammer que ha mejorado, pero aún adolece de cierta expresión acartonada en algunos momentos. Es gracias a ellos que la historia de Elio y Oliver trasciende lo puramente físico y llega a lo espiritual.
Una bella película, sin duda, quizás no tan sumamente buena como se ha dicho pero sí mucho mejor que el 90% del cine estrenado en 2017.

Lo mejor: Los dos protagonistas y su arrebatadora sencillez y emoción.
Lo peor: Podría haber sido más corta y no hubiera pasado nada. Quince minutos menos y podría ser perfecta.
Sibila de Delfos
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