Está claro que el estilo del DC Extended Universe (o de las películas sueltas sobre personajes de DC, antes de que se juntaran bajo la misma bandera) es muy, pero que muy distinto del de Marvel. Está claro también cuál de los dos estilos prefiere el público en su mayoría, pese a los incontestables éxitos de Wonder Woman, Aquaman o Suicide Squad.
¡Shazam! es otra cosa. No es ni DC ni Marvel en cuanto a estilo. Se trata sencillamente de una comedia en la que uno de los personajes da la casualidad de que puede convertirse en superhéroe. Lo que significa esto es que, al final, que Shazam sea un superhéroe es lo de menos. La película es una agradable comedia familiar, entretenida, correcta y con puntos muy divertidos, que se sostiene sobre la excelente interpretación conjunta de Asher Angel y Zachary Levi (no se lo pierdan en la magistral miniserie canadiense Alias Grace) como Billy y su química extraordinaria con Jack Dylan Grazer (inolvidable en It). La amistad entre ambos amigos es la clave de la película y su mayor acierto, por encima de un villano algo descafeinado (cosa común en las películas de DC, todo sea dicho), pese a que esté en manos del siempre solvente Mark Strong. Y sobre todo, Shazam es una película sin vergüenza, o más bien desvergonzada, que no esconde lo que es y exhibe su gamberrismo (aunque sin ser Kick-Ass, claro) como una virtud, y ciertamente lo es.
Correcta y divertida.

Lo mejor: Su frescura y desvergüenza, y el trío/parejas que forman Angel y Levi con Grazer.
Lo peor: Tampoco es nada del otro mundo.