Heidi, le pese a quien le pese, guste o no guste, es un clásico.
Incluso los que no habíamos nacido cuando se emitía la hemos terminado viendo en un momento u otro por sus reposiciones en televisión, y conocemos muchos de sus momentos míticos, como la levantada de la silla de ruedas de Clarita, milagro único de la historia de la ficción mundial. La verdad es que la serie no tenía nada de malo: era bonita, emotiva, muy apropiada para el público infantil, y llena de sentimentalismo y drama.
La infancia de muchos es esta ficción. Hay que tenerle mucho respeto.