James Foley, un director especialista en diferentes tipos de thriller, que a lo largo de su carrera a dado algunas de cal (Cámara sellada, El corruptor, Glengarry Glen Ross) y otras de arena, muy movediza, además (las dos últimas partes de 50 Sombras, la desaprovechada Confidence), dirige en Pasión obsesiva una especie de remake no declarado de Atracción fatal en versión adolescente.
Bueno, en realidad no se parece tanto al mítico thriller de Adrian Lyne, pero tiene ahí ese regustillo claro, mezclado con una historia de maltrato en una pareja adolescente, en la que el chico perfecto resulta no ser tan perfecto. Los diálogos son bastante anodinos, las situaciones no resultan demasiado interesantes, y la producción es bastante cutrecilla, propia de un típico telefilme de sobremesa de domingo.
Su principal interés, desde luego, es ver tan jovencitos a los hoy estelares Reese Witherspoon y Mark Walhlberg. Él, por aquel entonces, luchaba todavía contra la imagen de chico malo que había generado su turbulento pasado y era más conocido por ser modelo de ropa interior de Calvin Klein y rapero con Marky Mark and the Funky Bunch.
Insuficiente, aunque puede tener su interés para los más fans de la bella y atribulada pareja protagonista.