Vamos a separar Okja, la película, de Okja, el mensaje.
La película es notable. Es entretenida, curiosa, emotiva, interesante, con unos actores más que solventes. Se pasa volando y tiene suficientes valores cinematográficos (no por casualidad, su responsable es el siempre interesante Bong Joon-ho) como para recomendarla.
Ahora vamos con Okja, el mensaje.
Se ha dicho que es un panfleto pro-vegano. Cierto, lo es. E incoherente consigo mismo, porque la propia niña protagonista y su abuelo consumen otros productos animales. ¿Cómo se come eso, nunca mejor dicho? Por lo demás, pues sí, obviamente es una película impactante. Hay que ser de piedra para que no te afecten las escenas de los super cerdos en el matadero, o los maltratos a los que son sometidos, pero hacernos tragar el mensaje por la garganta de una forma tan descarada no suele ser la mejor opción para convencer a nadie, sobre todo cuando nunca se hace la más mínima referencia a otros animales que no sean los cerdos XXL. Vale, que sí, que son un símbolo representativo de todos los animales que acaban en mataderos para satisfacer el consumo humano, pero igualmente no le veo la historia. Además, es maniquea a más no poder, con buenos muy buenos (la niña, su abuelo, los activistas) y malos muy malos (la corporación), con nula profundidad en los personajes.
En resumen, una notable película de aventuras, pero muy tramposamente inflada en su mensaje.