Sinceramente, Desencantada es una secuela que llega mal y tarde. Muy, muy tarde.
Quince años han pasado, que se dice pronto, desde que Encantada se convirtiese en una de las más inesperadas y agradables sorpresas para Disney, con su mezcla de homenaje y parodia (suave parodia; esto tampoco es Shrek) de los cuentos de princesas. Y, sin duda, quince años son demasiados para mantener el interés, sobre todo cuando esta secuela dirigida por Adam Shankman (realizador de, entre otras, Rock of ages, Hairspray o Un paseo para recordar) tiene una historia tan anodina. Realmente, no pasa absolutamente nada que justifique la filmación de esta segunda parte. Esta historia no aporta nada a la historia de Giselle, y sólo nos sirve para pasar un rato medianamente entretenido, para escuchar unas cuantas canciones nuevas del dúo maestro que forman Alan Menken y Stephen Schwartz (pareja detrás de la excepcional música de clásicos como Pocahontas, El jorobado de Notre Dame, El príncipe de Egipto y por supuesto también Encantada) y para disfrutar del talento de su reparto, con una excelente Amy Adams a la cabeza, que no tiene que esforzarse demasiado para llenar la pantalla cada vez que aparece.
Bastante floja y nada relevante. No parece posible que ningún fan de la primera película de verdad esperase o necesitase esta historia en su vida.

Lo mejor: Amy Adams, a la cabeza de un reparto que se lo pasa pipa con sus personajes, y la posibilidad de escuchar nuevas canciones del dúo Menken- Schwartz.
Lo peor: La historia es floja, muy floja.