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Voto de Paul Bäumer:
10
Drama. Fantástico. Aventuras William Bloom (Billy Crudup) no tiene muy buena relación con su padre (Albert Finney), pero tras enterarse de que padece una enfermedad terminal, regresa a su hogar para estar a su lado en sus últimos momentos. Una vez más, William se verá obligado a escucharlo mientras cuenta las interminables historias de su juventud. Pero, en esta ocasión, tratará de averiguar cosas que le permitan conocer mejor a su padre, aunque para ello tendrá ... [+]
8 de diciembre de 2010
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
He aquí una de las mejores películas que he visto en mucho tiempo. La empecé sin demasiadas expectativas, pues la tenía por un film estrafalario, surrealista y delirante, pero que no me atraía mucho. Sin embargo, desde el primer minuto, me atrapó y no me soltó. Un extraordinario canto a la imaginación, a la creatividad, al amor.
Un cuento que narra cómo un hijo intenta comprender qué parte realmente fue real en la vida de su padre: un hombre que ha dedicado toda su existencia a contar maravillosas historias en las que la ficción maquilla a la realidad. Nos encontramos quizás con reminiscencias de Ciudadano Kane, aunque ahora la palabra cuyo significado desconocemos es “Big Fish”, y no “Rosebud”.
Una mezcla entre Don Quijote y Cien años de soledad. Del primero toma su idealismo y su imaginación sin límites a la hora de construirse un mundo propio para sustituir a una realidad vulgar y aburrida. Del segundo, el realismo mágico, ese mundo tan exuberante, absurdo y exagerado, en el que lo creíble se sacrifica en aras de la belleza. Interpretativamente no tiene desperdicio. Un amplísimo elenco: (Helena Bonham Carter, Ewan McGregor, Steve Buscemi, Danny DeVito) entre el que destaca un soberbio Albert Finney.
Visualmente, resulta espectacular. Se suceden imágenes preciosistas, poderosísimas, surrealistas, coloristas, muy del estilo de Tim Burton. Aunque no sabría con cuál de todas ellas quedarme, el campo de narcisos amarillos con que Bloom siembra el jardín de su amada para lograr conquistarla todavía persiste en mi retina.
Y también derrocha sentido del humor. La escena del atraco (en realidad toda la vida del personaje de Buscemi, de poeta a magnate pasando por ladrón) es sensacional, y la caja fuerte ya vaciada por los especuladores está hoy de rabiosa actualidad.
Y todo ello llega directo al corazón, no pudiendo dejar de llorar durante los últimos diez minutos. Todavía me emociono al recordar el final de la historia, algo que, como dijo Bloom padre, iba a ser lo mejor de todo. Y cuando la fábula al fin culmina en forma de un espectacular salto, yo ya era un “perfecto mierda”, como diría Pérez-Reverte. Pero me daba igual, porque estaba en uno de esos momentos sublimes en que sientes admiración absoluta ante la falta de límites de nuestra imaginación.
Paul Bäumer
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