Un primer visionado de esta película deja un buen sabor de boca. Más suspense que miedo y más tensión que cáscaras. Se trata de la clásica historia de estilo muñeca rusa que propone unos misterios dentro de otros y que, entretanto no desvela sus intenciones reales y mantiene al espectador en la inopia, se ve con mucho agrado e interés.

Un segundo visionado, siempre más desapasionado, deja en evidencia algunas incoherencias de guión difícilmente justificables en una historia de policías que se pretende muy seria, y que de repente, sin que se argumente el salto demasiado bien, se convierte en un relato de fantasmas algo tópico.

No obstante, el producto final, capitaneado por un Carmelo Gómez que siempre está muy bien, el acabado final es decente a pesar de la justeza del presupuesto, y cumple con las expectativas.

Para un director que comienza, un estreno muy digno.