Dio la sorpresa en su día imponiéndose en los Oscar a películas como La clase o Vals con Bashir. Puede que ese premio fuera discutible, pero lo que no admite discusión es que Despedidas es una gran película, con un toque especial que seduce al espectador más escéptico.
Despedidas cuenta la historia de Daigo, un joven violonchelista que toca en una orquesta y tiene grandes sueños de futuro. Pero de un día para otro, la orquesta se disuelve y se ve obligado a buscar otro empleo. Así es como da con una empresa que "ayuda a viajar", un eufemismo para indicar que se dedican a realizar el rito de amortajamiento y preparación para el entierro de los muertos. Daigo encuentra en ese empleo un aliciente vital (con estímulos como un gran sueldo y mucho tiempo libre), aunque tendrá que lidiar con las miradas de incomprensión de su mujer y con alguna cuenta pendiente del pasado.
Además de bien interpretada y dirigida, Despedidas es un triunfo por su extraña mezcla entre leves toques de humor y un tono más dramático. Sabe mantener en todo momento el equilibrio, sin caer ni en la frivolidad ni en el sentimentalismo. Eso le permite, aunque no lo parezca, bucear hondo en los personajes y en la historia misma. Pero todo con un ritmo relajado, tranquilo, aderezado con una banda sonora estupenda, mostrando poco a poco, dejando que el espectador disfrute, sin atosigarlo ni amodorrarlo.
Despedidas es una película que sorprende por su insólita historia y por la humanidad que emanan sus personajes. No necesita de efectismos para cautivar a su audiencia. Y, al final, nos queda una interesante reflexión sobre la muerte y sobre cómo despedirnos de nuestros seres queridos. Muy recomendable.