Ese es el número, y hay siempre llega un momento en la vida de todos, cuando creemos que somos buenos en lo que hacemos por quienes somos, en el que nos tenemos que plantear si realmente estamos en la habitación que hay que estar, si lo que queremos en continuar siendo nosotros mismos, poner los cojones sobre la mesa y no dejarnos amedrentar por lo que se supone que deberíamos ser o hacer y mantenernos firmes para con nuestros principios o doblegarnos, doblar la rodilla nunca mejor dicho, y suplicar por llegar a la última habitación sea cual sea el precio. ¿Es a caso la felicidad una lucha a muerte por el vil metal y la aceptación de la hipocresia como forma de vida, o es más feliz aquel que se mantiene fiel a sus principios y no se achanta ante nada ni ante nadie por políticamente incorrecto que sea?

Pues en todo esto y más es en lo que hace reflexionar "NY para principiantes", un título que me esperaba ligero pero que a resultado ser, y para bien, bastante más revelador y reflexivo de lo que nunca podría haber imaginado, y yo creo que siempre elegiré el camino de ser quien siempre he sido, que aunque más complicado, me hace más feliz. La temática además, para los que nos gusta criticar por criticar, al estar relacionada con todo el mundillo del cine, también se hace bastante amena.

En esta película, repleta de caras conocidas y viejos reencuentros de aquellos que no se prodigan mucho como Gillian Anderson o Jeff Bridges, precisamente lo que destaca y eleva es la gran calidad de las interpretaciones, desde el payaso Simon Pegg, hasta la maciza Megan Fox, que si bien no se puede decir que es la mejor actriz del mundo aquí tiene un papel justo a su medida en el que parece hasta autoparodiar sus aspiraciones de actriz seria. Kirsten Dunst, a la que siempre admiro, no deja de ser menos encantadora en esta ocasión y en cuanto al guión, conforme avanza el metraje se va haciendo más interesante y profundo, con la grata habilidad además, de desarrollar mientras tanto una historia divertida que si bien no es de reir a carcajadas (ni creo que fuese la intención) tiene momentos y puntos muy buenos. La historia romántica, sutil y en segundo plano a la vez que sirve de refuerzo a la idea central sobre la dignidad de uno mismo o la prostitución a la hipocresia, está bien desarrollada y sirve para darle una conclusión cuanto menos emotiva.

Pues bien, desde luego un interesante y desapercibido título que me ha sorprendido gratamente sobretodo cuando lo que esperaba encontrar era una menudencia para pasar el rato. Títulos así te reconcilian con el panorama actual ¡muy bien!

"¡Pero si creias que Brad Pitt era una raza de perros!"