Nada más ver a Jon Voight en el papel de Joe Buck, preparandose para dejar su empleo en una localidad de Texas, dispuesto a marcharse a Nueva York con el fin de conquistar los corazones de decenas de mujeres, y de vivir una vida de película en la gran ciudad acompañado de su radio, con la canción "Everybody is talking" desde el principio, engancha.

Sin embargo, nada es lo que parece en la gran ciudad, y Joe se encuentra con Ratzo, un chulo de poca monta que roba para poder vivir, pero muy listo. Ambos pasarán por la auténtica vida de las ratas, intentando conseguir comida, dinero...

El director utiliza algo muy curioso en "Cowboy de medianoche", y es esa combinación entre realidad -la cruda y dura verdad de un mundo asqueroso-, el pasado oscuro de Joe, los dulces sueños de Joe y Ratzo -tan dulces que nos perdemos en ellos hasta que nos damos contra el suelo de la realidad-, y la imaginación que esconde esos enemigos ocultos que sólo nuestro subconsciente nos revela. Y las metáforas sexuales...

Un peliculón que nos muestra los bajos fondos de una sociedad decadente y con problemas como es la de los años 60 del siglo XX, que se llevó el Oscar a la Mejor Película en 1969, y que merece la pena ser vista.