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Mauricio (Isla) Mauricio (Isla) · Vheissu
Voto de Jean Ra:
9
Drama Dos mujeres españolas de distintas generaciones coinciden en la habitación de un hospital en Bélgica. María (Petra Martínez) vive allí desde hace décadas tras emigrar en su juventud, y Verónica (Anna Castillo) es una joven recién llegada en busca de las oportunidades que nunca encontró en España. Entre ellas se forja una peculiar amistad que llevará a María a emprender un viaje de vuelta al sur de España con una insólita ... [+]
3 de octubre de 2022
9 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
En los primeros segundos vemos a una señora de cierta edad que abre la puerta de la casa y a continuación corre al teléfono para avisar a los servicios sanitarios: sabe que va a sufrir una crisis cardíaca. La cámara permanece fija y apenas vemos a esta señora, majestuosamente interpretada por Petra Martínez, y sin embargo el director ya ha expresado con un par de gestos la soledad y la previsión del personaje de María y, en un plano más metafórico, al contemplar por un lado la puerta del comedor y en el otro la de la calle abierta, también acabamos por comprender que vamos a ver una historia sobre un tránsito, en el que un personaje se desplazará entre dos estados.

En las escenas iniciales, ya dramatizadas vemos a María, la señora que sufrió el infarto, postrada en la cama y recibiendo visitas de su marido. Su carácter es marcadamente introvertido, cuando no directamente huraño. No imaginé posible que semejante persona luego pudiera desenvolverse por el mundo como luego finalmente hace. Pero al conocer a Verónica esa mirada desconfiada cobra matices diferentes, empieza a hacerse preguntas. Ese tránsito que describe la narración nos sirve para comprender mejor lo que sucede en la cabeza de una mujer de una generación poco acostumbrada a pensar en sí misma. Llamarla invisibilizada quizás sería exagerar y no obstante se nota que quedó conforme en su esquinita en la vida y no pensó que pudiera aspirar a algo distinto.

Las alusiones del director hacen posible subtextos alternativos: las imágenes y las noticias del 11-M en Madrid aluden a un país agotado y que necesita un cambio. Así, María con esa soledad de los primeros instantes y su afección cardíaca, a pesar que tiene una familia que no la trata mal, también necesita vientos de cambio, cierto giro, refrescar su rutina, de modo que el viaje también cumple en el personaje una función regeneradora. El hecho que esa expedición no se presente con un envoltorio almibarado, que todo surja de forma orgánica, sin duda incrementa el valor de la película. Para obrar semejante giro, el director confía en Anna Castillo una actriz joven pero que ya ha demostrado sobrada solvencia actoral, de forma que debe aprovechar su corta aparición para lograr que tal transformación resulte convincente. Castillo lo logra con nota excelente, con su aire espontáneo y natural en verdad vemos a un personaje con una historia poco agradable y que sin embargo siempre encara con empatía y optimismo. Desde ahí la narración cambia de rasante y María se orienta hacia rincones de su propia personalidad que probablemente olvidó de su existencia o ni siquiera sabía que estaba ahí esa capacidad para indagar y crear lazos con desconocidos de tierras extrañas.

Las historias de las dos mujeres son esbozadas con trazos discretos aunque vivaces, de forma que también nos permite leer entre líneas un trasfondo vital mucho más complejo. En el caso de Verónica vemos una existencia nómada, con desengaños y decepciones familiares, no especialmente trágicas y sin embargo, cuando conocemos ciertos lugares de Andalucía relacionados con ella, la verdad es que causa una impresión muy intensa que la vida es absolutamente volátil e intangible, lo que parecía sólido se puede escindir y es como si nunca se hubiera estado por ahí.

Me conmovió como alcanza a representar esa idea de la fugacidad y cambiante que es la vida. Un pueblo en vías de desaparición, con el viento de la noche recorriendo sus calles desoladas; una madre de la que no queda ni rastro y que a saber por dónde andará; una familia distanciada que ignora los grandes acontecimientos de sus miembros, un amigo que no quedó a buenas con alguien querido. Todo ello dibujado con sutileza y relieve. Luego está María que está en el polo opuesto, y no sólo en el de la edad, pues ella sí dispone de una familia con la que reunirse y hablar. Y sin embargo parece que la percepción que tienen de ella es bastante desdibujada e imprecisa, una fachada a la que todavía le falta una mano de pintura.

Las cosas nos preocupan y sin embargo en algún momento todo se esfumará. ¿Qué se supone que se ha de hacer con ese tiempo que nos toca vivir? Creo que a pesar de lo melancólico del panorama, David Martín de los Santos logra aportar no sólo emoción en el espectador, también le insufla unas cuantas notas de colorido en la historia de los personajes. Porque la señora huraña del inicio en algún punto ha descubierto de la gran importancia de su propia persona y del poder del presente. Una vía epicúrea para dar esquinazo de la desazón.

Poco o nada esperaba yo de este título, prejuzgué una especie de teatro intimista a fuego lento, con algunas muestras genéricas de sensibilidad... y a correr. Y sin embargo, di con una auténtica maravilla, una historia sabia, conmovedora y profunda que promete ofrecer más sustancia de la que se obtiene en un sólo visionado. No tengo dudas que regresaré a esas soledades.
Jean Ra
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