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Voto de harryhausenn:
7
6,4
1.445
Drama
Mientras su marido está en un viaje de negocios, Gamhee queda con tres mujeres a las afueras de Seúl. Primero visita a dos amigas en sus casas y después se encuentra de casualidad a una vieja amiga en un cine. Pero ¿quién es la mujer que huye? ¿De qué huye y por qué? (FILMAFFINITY)
27 de diciembre de 2020
33 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
The woman who ran. La mujer que corrió es la mujer que huyó pero también la mujer que se escapó ¿Pero de qué? ¿De quién? Correr, huir, escapar. La ambigüedad del título se abre a numerosas interpretaciones y las pistas que se nos proporcionan nos hacen pensar que todas son correctas. La protagonista realiza tres visitas distintas en las afueras de Seúl en el tríptico que compone la película. Tres conversaciones en los tres episodios que dejarán marcada a la mujer. Diálogos representados con las composiciones más reconocibles de Hong Sang Soo: una mujer frente a otra, en la mesa, cada una en un extremo del plano y de vez en cuando, un zoom que capta sus reacciones.
Con su marido ausente en viaje de negocios, ella aprovecha para visitar a un par de amigas, pues como repite en numerosas ocasiones, es la primera vez en cinco años que se separan. Ella cuenta que su marido piensa que los enamorados deben pasar todos los días de su vida juntos. Pero ya de antemano, comprendemos que ese pensamiento sólo le corresponde a él, la mujer nunca dice su opinión al respecto. Tampoco es que hiciera falta, pues Hong Sang Soo logra que captemos el descontento de su heroína sin abordar su psique, sin necesidad de profundizar en el personaje. El gran logro de The woman who ran es de componer el dilema existencial de la protagonista desde el reflejo, únicamente a partir de las situaciones que viven sus amigas: del descontento de los matrimonios ya pasados, de la felicidad que supone empezar de cero en un entorno agradable, de su vehemencia ante los vecinos egoístas y de su integridad ante los acosadores.
Hong Sang Soo siempre ha destacado por sus certeras descripciones de la fragilidad masculina, y ejemplo de ellos son algunos de sus personajes más elaborados. Por ejemplo, el desdichado sin nada que perder de Hill of freedom; también el vanidoso director que descubre que no es el hombre infalible que siempre creyó ser en Ahora sí, antes no o el patético y entrañable adúltero de El día después que se ve sobrepasado por la situación. Sin embargo, al igual que Sunhi o Nobody's daughter Haewon este es un film íntegramente femenino. Pero mientras que Sunhi y Haewon eran unos personajes transparentes y directos, en conflicto directo con los hombres que las juzgaban e infravaloraban, en The woman who ran el enfrentamiento está ausente pero implícito en las confidencias. El sentimiento de la protagonista no se expresa en ninguna disputa, pero aún así su desazón hace aparición en el desenlace.
Los hombres de la cinta, más que personajes, son meros resortes del guión, unas presencias con apenas un par de trazos superficiales, un elemento con el único propósito de influir en las decisiones de las mujeres, pero de rebote. La mayor parte de los hombres mencionados, es decir, maridos, ex-maridos, padres violentos y nuevos ligues, no aparecen en pantalla. Únicamente un vecino quisquilloso, un admirador demasiado insistente y un exnovio, y por si fuera poco, la mayor parte del tiempo los vemos de espaldas a la cámara. Incluso los gatos y las gallinas parecen cobrar mayor protagonismo en las imágenes de la película.
Con su marido ausente en viaje de negocios, ella aprovecha para visitar a un par de amigas, pues como repite en numerosas ocasiones, es la primera vez en cinco años que se separan. Ella cuenta que su marido piensa que los enamorados deben pasar todos los días de su vida juntos. Pero ya de antemano, comprendemos que ese pensamiento sólo le corresponde a él, la mujer nunca dice su opinión al respecto. Tampoco es que hiciera falta, pues Hong Sang Soo logra que captemos el descontento de su heroína sin abordar su psique, sin necesidad de profundizar en el personaje. El gran logro de The woman who ran es de componer el dilema existencial de la protagonista desde el reflejo, únicamente a partir de las situaciones que viven sus amigas: del descontento de los matrimonios ya pasados, de la felicidad que supone empezar de cero en un entorno agradable, de su vehemencia ante los vecinos egoístas y de su integridad ante los acosadores.
Hong Sang Soo siempre ha destacado por sus certeras descripciones de la fragilidad masculina, y ejemplo de ellos son algunos de sus personajes más elaborados. Por ejemplo, el desdichado sin nada que perder de Hill of freedom; también el vanidoso director que descubre que no es el hombre infalible que siempre creyó ser en Ahora sí, antes no o el patético y entrañable adúltero de El día después que se ve sobrepasado por la situación. Sin embargo, al igual que Sunhi o Nobody's daughter Haewon este es un film íntegramente femenino. Pero mientras que Sunhi y Haewon eran unos personajes transparentes y directos, en conflicto directo con los hombres que las juzgaban e infravaloraban, en The woman who ran el enfrentamiento está ausente pero implícito en las confidencias. El sentimiento de la protagonista no se expresa en ninguna disputa, pero aún así su desazón hace aparición en el desenlace.
Los hombres de la cinta, más que personajes, son meros resortes del guión, unas presencias con apenas un par de trazos superficiales, un elemento con el único propósito de influir en las decisiones de las mujeres, pero de rebote. La mayor parte de los hombres mencionados, es decir, maridos, ex-maridos, padres violentos y nuevos ligues, no aparecen en pantalla. Únicamente un vecino quisquilloso, un admirador demasiado insistente y un exnovio, y por si fuera poco, la mayor parte del tiempo los vemos de espaldas a la cámara. Incluso los gatos y las gallinas parecen cobrar mayor protagonismo en las imágenes de la película.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Pese a todo, suponen un elemento crucial en la evolución de la protagonista, ya que provocan una reacción entre la segunda visita y la última. Las dos primeras son citas concertadas con sus amigas para conocer sus respectivas nuevas casas. Podríamos considerar a la mujer una observadora, una oyente, en definitiva, la receptora de los relatos, la testigo de las nuevas vidas de esas dos mujeres que también corrieron sin mirar atrás. Una vez asimilada toda esa información, una vez que ella se cuestiona su presente, decide realizar una tercera visita, sin avisar. Un retorno al pasado. Un encuentro forzado que la mujer pretende hacer pasar por casual en el cine-café de la amante de su exnovio, donde el hombre también estará presente.
No sabemos hasta qué punto el dolor o el rencor son la fuerza dominante que la impulsa a este rencuentro, pero sí que sabemos que un asunto quedó pendiente de arreglar. En la oscura y cálida sala de cine, la mujer se arma de valor para la confrontación, y cuando esta tiene lugar, finalmente las cosas no se resuelven como ella esperaba. Es el momento de volver ante la gran pantalla, ante esa playa que nos sosiega, nos reconforta y nos consuela. Esa playa conecta con la heroína de On the beach at night alone, que escapaba del desamor en las salas y se despertaba perdida en la orilla, como si los dos personajes, interpretados por la misma actriz, fueran a través de la pantalla, uno el reflejo del otro.
Hong Sang Soo logra en The woman who ran uno de sus finales más melancólicos, tan sólo con una mandolina y el grano de la imagen proyectada. Sentimos la decepción de la mujer pero al mismo tiempo celebramos su valor por haber hecho frente a su antiguo amante. Una mezcla de pasión y tristeza que se reposan cuando el director nos evoca el calor de los cines que hoy tanto echamos de menos, ahí donde nos proyectan las imágenes, ahí donde olvidamos o donde nos obligan a despertar.
hommecinema.blogspot.com
No sabemos hasta qué punto el dolor o el rencor son la fuerza dominante que la impulsa a este rencuentro, pero sí que sabemos que un asunto quedó pendiente de arreglar. En la oscura y cálida sala de cine, la mujer se arma de valor para la confrontación, y cuando esta tiene lugar, finalmente las cosas no se resuelven como ella esperaba. Es el momento de volver ante la gran pantalla, ante esa playa que nos sosiega, nos reconforta y nos consuela. Esa playa conecta con la heroína de On the beach at night alone, que escapaba del desamor en las salas y se despertaba perdida en la orilla, como si los dos personajes, interpretados por la misma actriz, fueran a través de la pantalla, uno el reflejo del otro.
Hong Sang Soo logra en The woman who ran uno de sus finales más melancólicos, tan sólo con una mandolina y el grano de la imagen proyectada. Sentimos la decepción de la mujer pero al mismo tiempo celebramos su valor por haber hecho frente a su antiguo amante. Una mezcla de pasión y tristeza que se reposan cuando el director nos evoca el calor de los cines que hoy tanto echamos de menos, ahí donde nos proyectan las imágenes, ahí donde olvidamos o donde nos obligan a despertar.
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