La película (media película para ser exactos, ya que queda pendiente de estreno la segunda parte) es una vigorosa narración del triunfo de la Revolución cubana a finales de los años 50, a través de una entrevista de una periodista inglesa con el Ché durante su presencia en la Asamblea de la Onu en los años 60, cuando era ministro del gobierno cubano. Y, sin cortarse ni esconderse, una glorificación sin matices de la histórica figura del Ché Guevara, tan archiconocido en su imagen, como desconocida es en gran medida su trayectoria vital.
Lo que aquí se nos muestra parte de una narración autobiográfica y hagiográfica del propio Che y es la primera parte de sus andanzas revolucionarias, mostrando el día a día de sus acciones militares a lo largo de los años de lucha en Cuba durante la revolución, quedando pendientes sus andanzas en la selva con la guerrilla boliviana, donde finalmente murió.
A pesar del elogio a través de sus actos del personaje del Che, en la película no sé hacen valoraciones políticas ni ideológicas, lo que se agradece. Aunque eso sí, los guerrilleros son buenos, muy buenos; y los malos, los policias y militares de Batista, malos, malísimos.
Salvado el charco, más que charco pantano político-ideológico, Steven Soderberg se limita a dirigir con la maestria que en él es habitual, dirigiendo incluso a los actores en castellano para dar una mayor autenticidad al conjunto, aún cuando es una lengua que desconoce, y a mostrar a un Benicio del Toro tremendo, que se diría poseído por el espíritu del propio Che, con una interpretación tan perfecta como aparentemente sencilla. De Oscar.