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Aventuras
En 1860, unos niños son embarcados en la nave Clorinda, que dirige el capitán Marlope, con el fin de ser repatriados desde Jamaica a Londres para continuar con una educación más civilizada. Durante la travesía, el barco es abordado por unos piratas al mando del capitán Chavez que tras el asalto y con gran sorpresa, descubrirá que los niños se han quedado en su barco. (FILMAFFINITY)
21 de septiembre de 2009
8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Unos pequeños niños, tras una funesta tormenta tropical que ha arremetido contra los mares y la isla tropical de Jamaica, parten de su colonia rumbo hacia la civilización cuando su embarcación es ingenuamente asaltada por unos sucios y desaliñados piratas que, como parte inesperada del botín, asumen provisionalmente la propiedad de los pequeños infantes en su embarcación. Los niños, dudosos e ingenuos de que sus raptores sean realmente unos rudos y peligrosos piratas, pasaran el tiempo entre proa y babor trazando y librando juegos que colmarán la paciencia de los supersticiosos filibusteros, ya que se cree por esos mares que llevar niños a bordo de un navío trae mala suerte.
Sin duda, una obra mayor dentro del género de aventuras y, probablemente, la mejor película de su director Alexander Mackendrick. La inesperada introspección a la naturaleza de la infancia que se lleva acabo sobre todo durante la segunda parte del metraje, tratándose en principio e ingenuamente de una aventura bondadosa más como tantas que se encuentran por aquella época, deja ver el lado más inocente de la niñez pero con sus irremediables consecuencias o, lo que es lo mismo, muestra la cara más oscura de la añorada candidez irreflexiva de la infancia.
El niño sólo puede ser libre y despreocupado, cayendo toda la responsabilidad del recuerdo, añoranza, moral y compromiso en el adulto. Si además tratamos con un viejo bonachón pirata con cierto misticismo o bruto romanticismo, éste no queda más que expuesto e indefenso ante las suaves y limpias manos de una adorable niña.
Altamente recomendable, se trata de una mirada diferente e inesperada de la infancia que desmonta quizás cierto misticismo hacia esa época de la vida de cada uno, la más recordada y añorada por todos, como bien nos hace ver el pirata Chávez, fantásticamente interpretado por Anthony Quinn.
Sin duda, una obra mayor dentro del género de aventuras y, probablemente, la mejor película de su director Alexander Mackendrick. La inesperada introspección a la naturaleza de la infancia que se lleva acabo sobre todo durante la segunda parte del metraje, tratándose en principio e ingenuamente de una aventura bondadosa más como tantas que se encuentran por aquella época, deja ver el lado más inocente de la niñez pero con sus irremediables consecuencias o, lo que es lo mismo, muestra la cara más oscura de la añorada candidez irreflexiva de la infancia.
El niño sólo puede ser libre y despreocupado, cayendo toda la responsabilidad del recuerdo, añoranza, moral y compromiso en el adulto. Si además tratamos con un viejo bonachón pirata con cierto misticismo o bruto romanticismo, éste no queda más que expuesto e indefenso ante las suaves y limpias manos de una adorable niña.
Altamente recomendable, se trata de una mirada diferente e inesperada de la infancia que desmonta quizás cierto misticismo hacia esa época de la vida de cada uno, la más recordada y añorada por todos, como bien nos hace ver el pirata Chávez, fantásticamente interpretado por Anthony Quinn.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Una niña que se ve a las puertas de la adolescencia, que empieza a padecer ciertas reprimendas internas por sus mentiras o medias verdades ante el juez (fantástica la última escena de la película, con la maqueta de un velero en un estanque que se marcha suavemente ante la extraña mirada de la niña), que hacen llevar a la horca a los viejos piratas, puede que injustamente ("piensa en cualquier otra fechoría que hayas cometido" le dice melancólicamente Quinn a su viejo amigo Coburn tras la sentencia del juicio) pero que hacen que la niña siga manteniendo sus manos limpias y su visión de toda esta aventura pirata como un juego...
...Un juego que quizás haga que, siempre que vuelva a ver la figura de un velero que se dirige hacia alta mar, se siga sintiendo como una adorable niña, se siga sintiendo inocente. No en vano, el viejo y rudo pirata así lo quiso.
...Un juego que quizás haga que, siempre que vuelva a ver la figura de un velero que se dirige hacia alta mar, se siga sintiendo como una adorable niña, se siga sintiendo inocente. No en vano, el viejo y rudo pirata así lo quiso.