Una película que funciona gracias a dos cosas: Anna Faris y un sentido del humor autoparódico bien medido. Ver a la Faris hacer cualquier cosa es ya una excusa para ver el film, y es de agradecer que no se exceda (el film) en su humor como para llegar al absurdo.

El guionista tiene varios caminos tentadores para sucumbir en los excesos surrealistas y escatológicos pero se resiste a ellos como en el brindis de la Faris en el comienzo del film que podría haber terminado mal; los ex "raros" -el gay, el loco del títere, el mago peligroso, etc.-, que tienen sus momentos pero el film no se centra en mostrar todas su rarezas; lo del papá liberal interpretado por Begley también era tentador pero sólo se le dedica dos escenas; no hay desastres pasados de rosca como en otras bodas; y ni siquiera abusa de esa escena donde la Faris se hace un PAP.

La pena es que habiendo pasado la prueba de la soez barata, no logre pasar la de los clichés románticos. Si bien el film no se excede en azúcar, si se pasa de predecible. El enamoramiento del tipo inapropiado es algo que vemos desde el comienzo, aunque lo intenten maquillar.

Es un film ligero aunque se pasa un poquito al final porque el guión intenta sacar un nuevo conflicto del placar que era innecesario. Me sobra el personaje de Annable que genera una forzada "pelea" entre los protagonistas que sólo alarga el final y no aporta nada más que excusas para mostrar, ahora sí, escenas innecesarias y exageradas como la Faris en bicicleta.

Es rescatable que no se base en secundarios ridículos, de esos que roban la pantalla, y si los tiene no duran mucho en escena. Bien por el personaje de Chris Pratt que aparece varias veces para cerrar algunos chistes, pero no es forzado a ser parte de la historia. Evans no es un actor que me guste, pero aquí no molesta -tanto-.

Lo mejor: Anna Faris, un film hecho a su merced.
Lo peor: que caiga en el cliché de la pareja que se enamora "sin darse cuenta".