Cuando se reúne a un buen plantel de actores para rodar, la película que sea cuenta desde un principio con unos cuantos puntos a su favor. Además, si tenemos un gángster recién salido de prisión interpretado por Al Pacino, que es un lujo verlo hasta sobreactuando; un Christopher Walken con una elegante seriedad cómica; y un Alan Arkin muy divertido; la calidad debería estar asegurada. El problema es que si a estos grandes alicientes se le suma un guión algo pobre, el resultado es más bien negativo.

Conforme avanza el film, y a pesar del gustazo de verlos actuar, en ocasiones es muy molesto tenerlos en pantalla con un guión tan insulso, que no hace más que repetir chistes de dudosa gracia sobre jubilados y viagra. Queda siempre a mitad de camino de sus intenciones, le falta chispa para la comedia y fuerza para un film gangsteril. Ni una ni otra se pueden tomar con la seriedad que merecen, en un film que cuenta con unos guiños a sus estrellas, como el de Al Pacino rememorando el baile en “Esencia de mujer”, o la siempre atractiva Julianna Marguillas rondando de nuevo por el hospital como ya hiciese en la mítica serie “Urgencias”, referencias que parecen más de relleno por falta de ideas que la verdadera intención de homenajear.

Del resto del reparto, curioso aunque sin más interés: la aparición de Mark Margolis como temible capo, que trae recuerdos de su paso por la serie “Oz”, y en menor media “Breaking Bad”; Vanessa Ferlito siempre sexy, aunque su aparición queda muy forzada y poco creíble; y, quizás la nota más discordante del film, una Lucy Punch, horrible en todos los sentidos.