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Voto de Bloggerdeniro:
7
Drama Alice Howland (Julianne Moore) está orgullosa de la vida que tanto esfuerzo le ha costado construir. A los cincuenta, es profesora de psicología cognitiva en Harvard y una experta lingüista de fama mundial, con un marido exitoso y tres hijos adultos. Cuando empieza a sentirse desorientada, un trágico diagnóstico cambia su vida, al tiempo que su relación con su familia y con el mundo, para siempre. Con elegancia y delicadeza, la autora ... [+]
14 de febrero de 2015
12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cuarto film del tándem formado por los poco conocidos Richard Glatzer y Wash Westmoreland (que el año pasado también estrenaron ‘La última aventura de Robin Hood’, sobre los últimos días de libertino de Errol Flynn), es una adaptación de la novela homónima de Lisa Genova.

Alice Howland es una profesora y exitosa investigadora lingüística de la universidad de Columbia cuya vida ha sido cómoda y feliz gracias a su trabajo, su marido John (Alec Baldwin), investigador científico, y sus tres hijos. Es quizá con su hija menor, la rebelde Lydia (una más que correcta Kirsten Stewart), que se marchó a California para ser actriz, con quien menosfeeling tiene, puesto que quisiera para ella otro tipo de vida más estable. Toda la vida de Alice cambia cuando, tras varios episodios preocupantes, se le diagnostica un Alzheimer precoz.

Catherine Shoard, crítica de ‘The Guardian’ decía en Octubre de ‘Siempre Alice’ que "minimiza la tragedia real del Alzheimer. […] alimenta el mito de que la enfermedad es sólo trágica cuando las víctimas son jóvenes”. Pero hasta donde un servidor ha podido comprobar, el cine siempre había retratado el Alzheimer, aún con diferentes enfoques, como una enfermedad exclusivamente senil (‘El hijo de la novia’, ‘Amour’, Iris, etc.). Así que donde la crítica de ‘The Guardian’ ve un peligro de “minimizar” la tragedia del Alzheimer en ancianos, yo veo un enfoque diferente e interesante.

El hecho de que Alice sea relativamente joven hace que su enfermedad tenga, en primer lugar, consecuencias laborales. Al ser, además una mujer extremadamente cultivada, potencia el contraste que se produce cuando va perdiendo sus facultades mentales, de manera similar a como sucedía en ‘Una canción para Martín’ (Bille August, 2001), donde la víctima de la enfermedad era un veterano compositor musical.

‘Siempre Alice’ ahonda en el drama, pero de una forma delicada y emotiva, bordeando pero sin pisar el territorio de la lágrima fácil. Es más, es dura, quizá no tanto como ‘Amour’ (M. Haneke, 2012), pero es franca y dura. Y sin embargo, también logra transmitir las ganas de vivir cada momento, de aprovechar cada segundo que podamos recordar mientras aún seamos nosotros mismos (de ahí el título original, ‘Still Alice’). Y de paso, ofrece un buen retrato de la familia de Alice, y de cómo cada uno reacciona ante la enfermedad, y de cómo (algunos) evolucionan, con la relación de Alice con su hija Lydia como interesante subtrama. Incluso tiene algún buen momento de suspense bien traído en que suben las pulsaciones.

Pero nada de ello sería igual ni tendría la misma fuerza si no fuera por el tour de forcé de Julianne Moore (una excelente actriz que ya viene mereciendo un Oscar desde hace tiempo, quizá este sea su año), que ofrece un papel (paradójicamente) difícil de olvidar, uno de esos papeles que debe haber estado esperando toda su vida. Y es que el film toma el punto de vista de la enferma, y Moore consigue transmitir todo el miedo, la rabia y la confusión de alguien que ve desmoronarse su mayor cualidad: su intelecto.

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