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Voto de Chris Jiménez:
8
Intriga. Thriller. Comedia En un país centroeuropeo, el tren Transcontinental Express sufre un gran retraso a causa del mal tiempo. Los pasajeros pernoctan en un pequeño hotel, donde Iris Henderson entabla conversación con una vieja institutriz inglesa, la señora Froy. Poco después de reanudar el viaje, Iris se da cuenta de la desaparición de la anciana, pero los demás pasajeros afirman que su amiga no existe y que ella ha sufrido una alucinación. (FILMAFFINITY)
21 de agosto de 2017
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Un oscuro misterio se teje entre los vagones del expreso que dio uno de los mayores reconocimientos a su autora Ethel White, maestra del suspense y el policíaco, ya que fue el primero de sus libros adaptados al cine, lo que se repetiría en años venideros...

"The Wheel Spins" se publica en 1.936, muy influenciado por el "Asesinato en el Orient Express" de Christie, y a punto estuvo de dirigirla el genio de las películas de terror R.W. Neill si la producción no hubiese sido expulsada por las autoridades yugoslavas por cuestiones ideológicas, y que queda en suspenso y confiada por Edward Black a un Alfred Hitchcock en espera de poder hacer algo que termine de cumplir su contrato. Una vez se dé este cambio vital todo cambiará de la raíz a las puntas; aficionado a hacer lo que le salía de las narices con las novelas que adaptaba, encarga a dos guionistas modificar parte del argumento.
Y aun manteniendo la estructura base y algunos personajes y situaciones vitales, otros se añaden o eliminan; por ejemplo, la primera parte del film, rebautizado "The Lady Vanishes", también empieza fuera del espacio primordial posterior, y resulta un inteligente ejercicio de engaño hacia el espectador, quizás pensando en entregarse a un "thriller" desde el principio...pero nada es lo que parece. Por cuenta del nuevo guión, Hitchcock nos encierra en un hotel del gélido país inventado de Bandrika, pero no se intuye atisbo de tensión o intriga que pudiera relacionarse con su cine.

Al contrario, se recrea en unas elaboradas secuencias de pura comedia sofisticada y coral, presentando diversos personajes que se cruzarán y tendrán su peso en el futuro, la mayoría desagradables o inoportunos (destacando esa pareja, versión flemática, algo ambigua y tradicionalmente inglesa de Oliver Hardy y Stan Laurel creada para el film e interpretada por Basil Radford y Naunton Wayne). El tono ligero y veloz de aquella primera etapa del cine del director queda impreso en cada interacción, encuentro y línea de diálogo; con ello la protagonista, Iris, pasa a ser la cara opuesta de su caprichosa, arrogante y bastante insoportable versión literaria.
Michael Redgrave y Mary Louis Webster, él estrella emergente y ella veterana de los escenarios, ya se presentan simpáticos en este escenario "lubitschiano" de enredos y amores a primera vista. Prólogo delicioso que termina con la subida al tren y un accidente sufrido por la chica (antes una insolación, ahora un golpe en la cabeza) donde se jugará al despiste de la percepción, no tan refinado como en posteriores títulos del nativo de Essex, pues pese a todo el humor siempre está presente, incluso cuando Iris parece acorralada entre caras e idiomas desconocidos antes de verse excluida por completo cual chiflada al sucederse el desvanecimiento de su acompañante, la señorita Froy.

Esta insistencia en mantener el tono ligero sobre el suspense alivia ciertas tensiones, realmente asfixiantes, de las páginas de White, quien además de pintar un retrato mordaz y poco halagador de los británicos y unos personajes cínicos en extremo se permitía divagar por el drama emocional insertando capítulos dedicados a los padres de Froy, con la intención de dejar clara su existencia. Pero aquí, al eliminarse esto, y al dejar de estar ella presente, tanto en el espacio físico como en la memoria de los pasajeros, nunca queda claro si todo forma parte de la confusión de Iris o de una extraña conspiración.
Hitchcock se decanta por un misterio más detectivesco que escabroso y lo resuelve a través de las indagaciones de la muchacha y el descarado músico Gilbert (el ingeniero Max original), pareja en la tradición de los Nick y Nora Charles de Dashiell Hammett, ocultando, como White, algunos datos esenciales, y de paso el motivo de la conspiración organizada alrededor de la desaparición. El guión sí deja, menos mal, que gobierne el carácter individualista, cobarde y mentiroso de los pasajeros en beneficio propio, alimentando la confusión de Iris, aun siendo cambiados en el proceso (de todos los del libro sólo sobrevivirá esa pareja de amantes en fuga...).

Y como el motivo es arreglado a conveniencia de la nueva trama, pues si en el libro estaba sujeto a razones políticas ahora se introduce el espionaje, tema al cual el cineasta se apegaba mucho, dichos personajes se verán obligados a dejar sus diferencias y unirse contra las fuerzas del Mal, desconocidas en este caso, como buenos y valientes ciudadanos británicos que son (visión diametralmente opuesta a la de White). Llegado este punto la comedia y lo liviano son vencidos por el suspense, que se resuelve en secuencias de acción y tensión filmadas sin mucha invención formal pero sí eficacia tras la cámara.
Puede que un tiroteo al estilo "western" y que la mitad de las "soluciones" y giros narrativos (los hay a patadas...) dependan de la incongruencia del propio guión, pero si puede ser aceptado es gracias a que Hitchcock lo lleva a cabo desde la perspectiva contraria a la novela: él ha querido montar una farsa, con secuestros, asesinatos y espías anónimos, pero farsa al fin y al cabo, no un relato denso y oscuro de siniestros doctores y dramas sentimentales (como sí hubiera hecho Neill). En sus manos la historia, tergiversada, funciona, tanto por la parte humorística como por la aventuresca, desatada en ese tramo final excitante.

Cómo no, hay "macguffin", un elemento ya clásico, algo que la secuestrada sabe en forma de melodía, pero nada importa, sin embargo ayuda a sostener la intriga. Con eso y con todo lo demás, "The Lady Vanishes" es un éxito rotundo a nivel nacional e internacional.
Consigue que el enorme David Selznick se fije en Hitchcock y convierte en pareja cómica oficial a Radford y Wayne, cuyo carismático aunque irritante dúo Caldicott/Charters se hará recurrente en numerosos films. Es así la última gran película del "periodo británico" del director (¿con permiso de "Sabotaje"?).
Chris Jiménez
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