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Voto de Chris Jiménez:
8
Drama Basado en la vida de la poetisa tanka Fumiko Nakajo, la película cuenta la historia de una mujer de mentalidad moderna aquejada de un cáncer de mama.
12 de noviembre de 2018
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nacida como Fumiko Noe en 1.922 en Obihiro, fallecida a la temprana edad de 32 años en Sapporo tras una ardua lucha contra un cáncer de mama.
Convertida, por su gran imaginación y talento, en una de las más interesantes poetisas tanka japonesas de su generación. Aunque ella no quería ser recordada como artista, sino como una mujer...lo que el mismo cáncer le había privado de ser.

Coincidencias de la vida, en 1.954, cuando Fumiko moría tristemente, otra gran artista llamada Kinuyo Tanaka, perteneciente al universo cinematográfico, realizaba su última colaboración con el maestro Kenji Mizoguchi ("La Mujer Crucificada"), rompiendo así su relación profesional a causa de haberse reciclado en el mundo de la dirección. Tanaka, una de las actrices más importantes, conocidas y, por qué no decirlo, valientes, de su generación, se armó de coraje y agarró una cámara, convirtiéndose en una de las primeras cineastas de su país, todo esto tras haber superado innumerables obstáculos por el hecho de ser mujer.
"Pechos Eternos", basada en la biografía que Akira Wakatsuki escribió sobre la poetisa, fue la segunda película que realizó en 1.955 después de "La Luna se Levanta" y mientras se tomaba un descanso de la interpretación; de hecho, su reciente paso al otro lado de la cámara casi no le dejaba tiempo para ser actriz. De mentalidad moderna y atrevida, como la de la misma Fumiko Noe, lo que entraba en conflicto con la mentalidad de la época, Tanaka quizá fue la única que podía retratar fielmente la vida de la artista, así como el sufrimiento que le hizo padecer su enfermedad (cosa curiosa, la directora moriría dos décadas más tarde a causa de un tumor cerebral).

El film nos introduce en los últimos años de la protagonista, cuando ésta ya es Fumiko Nakajo, tiene hijos, un matrimonio bastante turbulento y la pesada hazaña de trabajar en una sociedad de posguerra. Así comienza la historia, justo cuando la relación con su marido, un hombre arisco, amargado, dado al alcohol y a las drogas, está en su punto más bajo; tras mucho tiempo soportando en silencio, Fumiko descubre que él le es infiel, y de este modo decide divorciarse, pasando a vivir con su familia y sus dos hijos casi agradablemente, frecuentando el grupo de poetas al que pertenece desde 1.947.
Pero no se libra de los chismorreos ni de las miradas de reojo que le echan por lo de ser una mujer soltera que mantiene a su familia sin un marido. Ella se niega a casarse, aunque se lo recomiendan; de hecho, la fantasmagórica presencia del matrimonio no dejará de acecharla. Es entonces, en plena época de regeneración y creación de poemas, todos ellos tristes y sinceros, cuando se ve asaltada por un dolor en el pecho que pegará un inesperado giro a su vida. La biografía de Wakatsuki se toma ciertas libertades con respecto a la realidad (Fumiko tenía tres hijos, no dos, y se suprimen varios hechos importantes), aun así, la directora la aborda magistralmente.

Fácilmente se distingue cuando una historia está contada por un director o una directora, y en este caso está claro. Tanaka se centra, por encima de todo, en la figura de la mujer, en cómo afronta la vida por si sola en una sociedad como el Japón de la posguerra y los distintos avatares del destino, incluido el maldito cáncer. Las intenciones feministas de Tanaka se refuerzan por significativos detalles (hablaré de ellos y otros más en la Zona Spoiler), averiguándose en éste los ecos de Gosho, Ozu, Naruse o Mizoguchi, aunque ella se destapa rebelde y reivindicativa, tal como la revolucionaria a la que dio vida en "Amor en Llamas". Tanaka lucha contra las tradiciones, impone un pensamiento moderno (en Zona Spoiler) y el epicentro de su obra es siempre el alma femenina, que aparece martirizada y condenada.
Un buen ejemplo es la escena en la que vemos a Fumiko agarrándose a los barrotes del hospital cuando las enfermeras conducen un cadáver a la morgue (escena que, por otra parte, destaca el aspecto existencial de la película, pues la muerte, la vida que se deja atrás, el amor perdido, el arte o los recuerdos son siempre objeto de reflexión). Yumeji Tsukioka sorprende en la que fue la mejor interpretación de toda su carrera, metiéndose a conciencia en el papel de Fumiko, acompañada de un gran Ryoji Hayama encarnando a Otsuki, el periodista que brindará a la mujer un poco de felicidad en sus últimos días, aunque éste es más bien presentado como alguien sólo interesado en sus poemas.

Los siguen unos muy correctos Masayuki Mori, Shiro Osaka y Yoko Sugi, aunque difícil es reparar en ellos con Tsukioka, que se come la pantalla en todo momento; en realidad, todos estos personajes no hacen sino pivotar alrededor de la poetisa. Kinuyo Tanaka vuelca toda su sensibilidad en "Pechos Eternos". Descorazonadora y desgarradora en toda su belleza formal, llena de lirismo y poseedora, a pesar del limitado presupuesto, de una puesta en escena poderosa y casi hipnótica, con la directora mostrando gran oficio tras la cámara (ese lento travelling en la fiesta de los poetas, el momento del espejo...).
El acentuado tono feminista es lo que me sobrepasa; sea como sea, no dudo en admitir que estamos ante una de las más bellas obras de la Historia del cine japonés. Por cierto, inolvidable (y muy significativa) aquella escena de la confesión de amor bajo la lluvia, y esos diez minutos finales que hacen trizas el corazón.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Chris Jiménez
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