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Voto de Chris Jiménez:
10
Fantástico. Aventuras Los Inmortales son seres de una raza especial que sólo pueden morir decapitados entre sí. Viven desde hace siglos entre los hombres, pero ocultando su identidad. Unos defienden el Bien, otros, el Mal. Una maldición los obliga a luchar entre sí hasta que sólo quede uno de ellos. El escocés Connor MacLeod (Christopher Lambert) es uno de los supervivientes del clan de los Inmortales que ha llegado hasta nuestros días. (FILMAFFINITY)
18 de agosto de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se desenvainan las espadas y crujen los relámpagos en el cielo, porque el duelo final va a celebrarse por fin.
Una leyenda, la de los señores de la inmortalidad por nadie conocidos pero que llevan ansiando derrotarse desde hace siglos, milenios. Llega el último...y sólo puede quedar uno.

Mi padre los conoció de joven, a los 20 años, a través de la bendita tecnología VHS; yo los conocí en mi adolescencia, ya en DVD, y mis hijos también lo harán. Porque el tiempo pasa pero las leyendas permanecen; tal vez era eso lo que pensaba Greg Widen cuando escribió el borrador de "Highlander" como un mero trabajo para su tesis en la UCLA, inspirado por sus visitas a Londres y Escocia. El caso es que se vendió por un buen precio, fue reescrito y tiempo después ya había un director contratado por un par de productores entusiasmados...pero no un director de cine como tal.
Si en algo estaba ocupado Russell Mulcahy en los '80, pese haber probado con esa encantadoramente mala aventura de terror con monstruo ("Razorback"), era realizando videoclips para exitosos grupos de "pop", pero la historia le enamoró y aceptó sin dudarlo. Y ese fue el principio de una producción costosa, difícil por el clima en tierras inglesas, o bien por las ideas de los productores para ahorrar presupuesto (como decidir no pagar al equipo en ciertas ocasiones...). Una película que empieza con un pequeño prefacio narrado por Sean Connery acerca de la leyenda de los inmortales, y que es seguido por "Princes of the Universe"...

Y ahí está Freddie Mercury atronando los créditos con su voz como jamás lo había hecho para dar paso a un combate de boxeo filmado en un travelling con la innovadora skycamera que ya le hubiera gustado usar a DePalma. ¿Se puede describir con palabras? ¡ÉPICO, tal vez! Y Christopher Lambert, que aprendió a hablar inglés aquí, observa dicho combate reflexionando sobre cómo el ciclo de la violencia, ambición y competición se mantiene perenne a través de los siglos; su mirada, además de miope, también es triste y melancólica. Entonces llega uno de los duelos más originales de todos los tiempos.
A mandoblazos en el aparcamiento subterráneo del Madison Square Garden, los filos de las espadas chocando y echando chispas, el protagonista contra un anciano que da más vueltas en el aire que Jet Li. ¿Se puede describir con palabras? ¡SUPERÉPICO, tal vez! Lambert es MacLeod, un guerrero de las Highlands del siglo XVI que tras morir en un fiero combate vuelve a la vida cargando sobre sus hombros el estigma de la vida eterna, una maldición trágica donde sólo queda la pérdida de un ser querido (esa Heather, ya anciana, que fenece en sus brazos, en uno los instantes más conmovedores de la Historia del cine).

Y se consigue tal fluidez en las transiciones entre un presente en New York y los diferentes pasajes históricos vividos por MacLeod que Mulcahy pareciera atravesar con su cámara los resquicios del espacio-tiempo conectando hechos futuros y pasados en un interminable anillo de Moebius. El director de videoclips demuestra así su gran dominio sobre la estética y la expresión visual de la acción, acercándose al estilo de Ridley Scott o James Cameron, mientras se estrecha el círculo entre el escocés y otra perla del film, Kurgan, que Clancy Brown convirtió en uno de los villanos más legendarios y terribles de la década, encarnación del Mal y la inmoralidad perpetua.
Una batalla del Bien contra el Mal en plena Manhattan. Pero lo impactante del estilo y el despliegue de medios se sobrepone a un guión bendecido con el arte del absoluto sinsentido; porque Widen nos presenta a esta raza de seres excepcionales...¿pero explica algo acerca de ellos? Nada. La incorporación de Connery, que vivió un divertido rodaje de una semana, tampoco hay quien la entienda; aparece de no se sabe dónde su egipcio-español Juan Ramírez y entrena y enseña la filosofía de los inmortales (a grosso modo) a MacLeod cual Yoda a Luke (o más bien cual Miyagi a LaRusso (cuánto daño hizo "Karate Kid" en los '80, hay que ver...) ).

Y ya en la "parte urbana" del argumento sólo quedan esos arquetípicos secundarios que no van a ningún sitio ni tienen otra función más allá de dar un toque de realismo y humor a tanta fantasía oscura alucinada. Alan North da vueltas de detective cansado y Roxanne Hart cumple sin ningún carisma el cliché de chica que debe fornicar con el héroe y servir de señuelo para atraerle hacia el villano; su Brenda podría haber sido una especie de Sarah Connor, pero no le llega ni a su sombra. La cúspide de la incongruencia es ese...¿veterano loco de vietnam?...que aparece en la lucha entre Kastagir y Kurgan, ¡y porque sí, colándose en todo este embrollo sin haberlo llamado nadie!
El guión de Widen tiene estas ocurrencias sin pies ni cabeza, y en su conjunto es un puro delirio, tan consciente y orgulloso de serlo de la manera más descarada que hasta resulta delicioso. Pero tras el duelo en el callejón, cuando se ilumina el cielo y Kurgan se ve envuelto en rayos y explosiones...¿se puede describir con palabras? ¡MEGAÉPICO, tal vez! Al final "Highlander" queda en un superestilizado espectáculo de "espada y brujería" naïve, romántico y alocadísimo, de impacto violento y belleza visual, sin duda siendo sus momentos históricos lo mejor (hasta llegar Ramírez y convertirse todo en un esperpento circense).

Así, ¿se puede describir con palabras la batalla entre Connery y Brown en la morada de MacLeod, con sus espadas reventando los muros y la increíble tormenta exterior? ¡ULTRAÉPICO, tal vez! Y pese al nivel de espectacularidad descerebrada, tanto esfuerzo y dinero para un sonoro fracaso, tónica que seguiría la carrera del cineasta.
Sólo por medio del mercado del vídeo su obra es hoy una pieza de incontestable culto de los '80, sin necesidad de "remakes", porque los films de aventuras/fantasías de entonces quizás eran ridículos, pero también entrañables...al contrario que los films de aventuras/fantasías actuales, que son sólo ridículos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Chris Jiménez
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