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Voto de Chris Jiménez:
7
6,3
1.762
Terror. Drama
Cuando Minami es enviado a asesinar a su mentor, Ozaki, que está en medio de una crisis nerviosa, se embarca en una odisea de inexplicables fenómenos que comenzarán con la muerte de Ozaki y la posterior desaparición del cadáver, que lo llevará a conocer los personajes más extraordinarios y vivir las situaciones más sorprendentes... (FILMAFFINITY)
18 de noviembre de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay puertas que se abren a otras dimensiones, decía Early en "Kalifornia", puertas que pueden transportar a un hombre a cualquier lugar del maldito universo si sabe lo que hace.
Ahora seremos invitados a cruzar una hacia un mundo de registros inéditos, de sombras, donde lo blanco se vuelve negro, donde arriba es abajo...un mundo donde todo es posible.
Entrado el nuevo siglo y con más de cuarenta títulos en su haber (entre películas para el mercado del vídeo, para los cines, series de televisión y demás), el sr. Takashi Miike se mostraba imparable cual apisonadora logrando algo que otros no sabrían afrontar con la misma destreza: mantener la frescura en cada obra que estrenaba traicionando y manipulando a su gusto los códigos de su propio cine. Quizás el periodo 1.999-2.004 fuese el más productivo de su carrera, y también donde por fin alcanzaría el éxito a nivel internacional, gracias a "Audition", "Ichi, the Killer", "Visitante "Q" "...
O esta misma "Gozu", proyecto independiente que el director fue llamado a hacer antes de la famosa (pero fallida) "Llamada Perdida" por petición del actor y productor Harumi Sone, a quien le unía una estrecha amistad; para ello decidió contar una vez más con la fértil y muy enfermiza imaginación de Sakichi Sato, que ya había escrito la mencionada "Ichi, the Killer" (y al que muchos conocen por su estelar aparición en "Kill Bill"). Veterano del clásico cine de yakuzas, Sato presionó a Miike para realizar un film bastante convencional, pero en su lugar, y como ya había hecho anteriormente ("Dead or Alive", "Fudoh", "Full-metal Yakuza"), éste se propondría violar a conciencia las normas del género.
El extraño viaje de "Gozu" es precisamente el opuesto al de "The Bird People in China", y se inicia no obstante en un lugar corriente y mundano, una cafetería de barrio donde se reúnen varios miembros del clan Azamawari, pero entre ellos destaca especialmente Ozaki, quien debido a un brote psicótico inesperado nos brinda una de las secuencias más brutalmente insensibles y, por qué no decirlo, disparatadas del cine (que no es decir poco). Un comienzo que contra todo pronóstico echa abajo el clasicismo y la seriedad que impregnaban anteriores títulos del cineasta enmarcados en el mundo yakuza (como "Cementerio Yakuza" o "Agitator").
El jefe del clan planea entonces deshacerse de su peligroso guardaespaldas, tarea que encarga a Minami, fiel compañero y aprendiz suyo, quien lo acepta con resignación. El viaje no dura demasiado y hasta ese momento creemos que es Ozaki el protagonista absoluto de la historia, incluso su sola presencia es más que suficiente para enrarecer la (ya de por sí enrarecida) atmósfera; sin embargo Sato propone un giro radical con la desaparición del anterior, supuestamente muerto, pasando el testigo a Minami al llegar a esa ciudad de entorno asfixiante llamada Nagoya cuyas lindes se hallan lo más remotamente cercanas del mundo normal (extendido en Zona Spoiler).
Al tiempo que Miike se deleita con los agobiantes sonidos y olores que le brinda el ambiente, arropado con la inquietante música de Koji Endo y la fotografía de Kazunari Tanaka, y en cuyas aristas no oculta las influencias de Teruo Ishii, Nakagawa, Suzuki, Tsukamoto, Lynch y Cronenberg, Obayashi, Jodorowsky o (Kiyoshi) Kurosawa, deja libertad a sus actores, les permite experimentar y dotar de un carácter único a los personajes, algo que logran con creces Yuta Sone (hijo de Harumi, que también aparece en el film), Keiko Tomita, Masaya Kato, los veteranos Renji Ishibashi, Tetsuro Tanba y Susumu Kimura (éstos en impagables papeles) y el siempre magnífico e impredecible Sho Aikawa.
"Gozu" podrá contener trazas del "thriller" de yakuzas brutal y más clásico, pero en realidad es un teatro de sombras y fantasmas, de subtramas y "macguffins" que se derrumban a cada paso que se da, un universo de transmisiones, sensaciones y registros sensibles regido por la lógica de su propia ilógica y regado de un humor negro ponzoñoso por el cual es necesario dejarse arrastrar y absorber. Una suerte de "Kagero-za" en el imaginario del "yakuza-eiga".
¿Conduce todo esto a algún sitio?, ¿ha merecido la pena el viaje?, ¿se nos desvela algo más allá de lo que podamos intuir gracias a sus duras y grotescas imágenes? Hasta lo más aberrante e incoherente alberga una interpretación, pero como Minami hemos de intentar encontrarla.
Pensada para el mercado del vídeo, la película causa furor en Cannes y se estrena a nivel internacional con la habitual controversia. El nipón, una vez más, vuelve a sorprendernos.
Ahora seremos invitados a cruzar una hacia un mundo de registros inéditos, de sombras, donde lo blanco se vuelve negro, donde arriba es abajo...un mundo donde todo es posible.
Entrado el nuevo siglo y con más de cuarenta títulos en su haber (entre películas para el mercado del vídeo, para los cines, series de televisión y demás), el sr. Takashi Miike se mostraba imparable cual apisonadora logrando algo que otros no sabrían afrontar con la misma destreza: mantener la frescura en cada obra que estrenaba traicionando y manipulando a su gusto los códigos de su propio cine. Quizás el periodo 1.999-2.004 fuese el más productivo de su carrera, y también donde por fin alcanzaría el éxito a nivel internacional, gracias a "Audition", "Ichi, the Killer", "Visitante "Q" "...
O esta misma "Gozu", proyecto independiente que el director fue llamado a hacer antes de la famosa (pero fallida) "Llamada Perdida" por petición del actor y productor Harumi Sone, a quien le unía una estrecha amistad; para ello decidió contar una vez más con la fértil y muy enfermiza imaginación de Sakichi Sato, que ya había escrito la mencionada "Ichi, the Killer" (y al que muchos conocen por su estelar aparición en "Kill Bill"). Veterano del clásico cine de yakuzas, Sato presionó a Miike para realizar un film bastante convencional, pero en su lugar, y como ya había hecho anteriormente ("Dead or Alive", "Fudoh", "Full-metal Yakuza"), éste se propondría violar a conciencia las normas del género.
El extraño viaje de "Gozu" es precisamente el opuesto al de "The Bird People in China", y se inicia no obstante en un lugar corriente y mundano, una cafetería de barrio donde se reúnen varios miembros del clan Azamawari, pero entre ellos destaca especialmente Ozaki, quien debido a un brote psicótico inesperado nos brinda una de las secuencias más brutalmente insensibles y, por qué no decirlo, disparatadas del cine (que no es decir poco). Un comienzo que contra todo pronóstico echa abajo el clasicismo y la seriedad que impregnaban anteriores títulos del cineasta enmarcados en el mundo yakuza (como "Cementerio Yakuza" o "Agitator").
El jefe del clan planea entonces deshacerse de su peligroso guardaespaldas, tarea que encarga a Minami, fiel compañero y aprendiz suyo, quien lo acepta con resignación. El viaje no dura demasiado y hasta ese momento creemos que es Ozaki el protagonista absoluto de la historia, incluso su sola presencia es más que suficiente para enrarecer la (ya de por sí enrarecida) atmósfera; sin embargo Sato propone un giro radical con la desaparición del anterior, supuestamente muerto, pasando el testigo a Minami al llegar a esa ciudad de entorno asfixiante llamada Nagoya cuyas lindes se hallan lo más remotamente cercanas del mundo normal (extendido en Zona Spoiler).
Al tiempo que Miike se deleita con los agobiantes sonidos y olores que le brinda el ambiente, arropado con la inquietante música de Koji Endo y la fotografía de Kazunari Tanaka, y en cuyas aristas no oculta las influencias de Teruo Ishii, Nakagawa, Suzuki, Tsukamoto, Lynch y Cronenberg, Obayashi, Jodorowsky o (Kiyoshi) Kurosawa, deja libertad a sus actores, les permite experimentar y dotar de un carácter único a los personajes, algo que logran con creces Yuta Sone (hijo de Harumi, que también aparece en el film), Keiko Tomita, Masaya Kato, los veteranos Renji Ishibashi, Tetsuro Tanba y Susumu Kimura (éstos en impagables papeles) y el siempre magnífico e impredecible Sho Aikawa.
"Gozu" podrá contener trazas del "thriller" de yakuzas brutal y más clásico, pero en realidad es un teatro de sombras y fantasmas, de subtramas y "macguffins" que se derrumban a cada paso que se da, un universo de transmisiones, sensaciones y registros sensibles regido por la lógica de su propia ilógica y regado de un humor negro ponzoñoso por el cual es necesario dejarse arrastrar y absorber. Una suerte de "Kagero-za" en el imaginario del "yakuza-eiga".
¿Conduce todo esto a algún sitio?, ¿ha merecido la pena el viaje?, ¿se nos desvela algo más allá de lo que podamos intuir gracias a sus duras y grotescas imágenes? Hasta lo más aberrante e incoherente alberga una interpretación, pero como Minami hemos de intentar encontrarla.
Pensada para el mercado del vídeo, la película causa furor en Cannes y se estrena a nivel internacional con la habitual controversia. El nipón, una vez más, vuelve a sorprendernos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
En ese momento dejamos de ser testigos mudos apartados por la prudencial distancia que imponía la historia para sumergirnos en ella junto a Minami, con quien descubriremos y nos asombraremos en este universo aparentemente ordinario que bajo sus sombras, bajo su ambiente de pliegues viscosos en constante supuración de una sensación de agonía y náusea que se infiltra en todas las situaciones, oculta los misterios y espectros vivientes que habitan el lugar, de algún modo estancado en el tiempo (da la sensación de estar viviendo un bucle una y otra vez), al que confieren personalidad y vida propia y lo cargan de una tensión difusa.
Y en el corazón de lo aberrante, de lo extraño, Miike y Sato ubican a este individuo con aspecto y nombre de yakuza pero en el fondo retraído, temeroso, dominado por un enorme complejo de inferioridad y un deseo amoroso reprimido que se insinúa en toda la película (y que no es difícil adivinar); un hombre que observa a su alrededor, cual Alicia en un País de las Pesadillas, con ojos de niño, interactuando de este modo con los seres que participarán en el devenir de los acontecimientos, cada uno de ellos proyección o encarnación de todos los miedos, obsesiones y oscuras pulsiones, siempre en estrecha relación con lo psicosexual, que subyacen al propio Minami.
Se trata de un viaje a las mismísimas entrañas del Infierno donde la frustración, el sadismo, la locura, la soledad, la muerte, la confusión y el odio (familiar y conyugal) colman, y con rabia contenida, cada uno de los recovecos por donde deambula el protagonista, quien incansable sigue la pista de su mentor y enamorado. Al motor de este infierno lo mueve el horror, que brota del inconsciente, emerge de los sueños y nace de la vagina, de la feminidad, mientras es controlado desde las tinieblas por el Gozu (el ser mitad hombre, mitad vaca, que tantas leyendas ha alimentado dentro del folklore japonés).
Y en el corazón de lo aberrante, de lo extraño, Miike y Sato ubican a este individuo con aspecto y nombre de yakuza pero en el fondo retraído, temeroso, dominado por un enorme complejo de inferioridad y un deseo amoroso reprimido que se insinúa en toda la película (y que no es difícil adivinar); un hombre que observa a su alrededor, cual Alicia en un País de las Pesadillas, con ojos de niño, interactuando de este modo con los seres que participarán en el devenir de los acontecimientos, cada uno de ellos proyección o encarnación de todos los miedos, obsesiones y oscuras pulsiones, siempre en estrecha relación con lo psicosexual, que subyacen al propio Minami.
Se trata de un viaje a las mismísimas entrañas del Infierno donde la frustración, el sadismo, la locura, la soledad, la muerte, la confusión y el odio (familiar y conyugal) colman, y con rabia contenida, cada uno de los recovecos por donde deambula el protagonista, quien incansable sigue la pista de su mentor y enamorado. Al motor de este infierno lo mueve el horror, que brota del inconsciente, emerge de los sueños y nace de la vagina, de la feminidad, mientras es controlado desde las tinieblas por el Gozu (el ser mitad hombre, mitad vaca, que tantas leyendas ha alimentado dentro del folklore japonés).