Una gran experiencia, la de cazar tornados, los más grandes, temibles y catastróficos que se han visto.
Realmente uno sólo tiene ganas de montarse en la furgoneta de Dusty o en el coche de Jo y lanzarse a la carretera a perseguir a esas bestias de viento de más de 400 km./h..

Ver un film como este a los 10 años, mi caso en particular, te impacta de tal manera que es difícil que se te vaya de la cabeza, y "Twister" hizo que sintiera fascinación a la par que terror por los tornados, esas masas de aire que bajan del cielo al suelo en forma de espiral y lo hacen todo trizas a su paso (por decirlo de manera tosca y rápida...). Yo estuve delante de uno, un tornado pequeño que pasó por encima del mar; comparar esa experiencia con las locuras que se ven en la película es tontería, pero, ¿qué demonios?, sentí la misma emoción que el grupo cazatormentas de Jo.
En aquel momento ningún otro director era el más indicado para hacerse cargo de este proyecto como Jan DeBont, un experimentado director de fotografía que había dejado claro lo bien que podía situarse en la primera línea de los realizadores de Hollywood con el explosivo "thriller" de acción "Speed", uno de los mayores éxitos de 1.994 y una de las mejores películas del género. El primer borrador, que fue acogido en los brazos de Steven Spielberg, pasó a transformarse en guión a través del escritor Michael Crichton y su esposa Anne Marie Martin, y DeBont, que las estaba pasando moradas en la pre-producción de "Godzilla", decidió largarse a dirigir la fábula de los tornados.

El director se pondría al frente de otra superproducción (bueno, ya no le pillaba de nuevas) respaldada a partes iguales por la Warner, Universal y Amblin, la empresa de Spielberg. Sí, una producción de dimensiones colosales que, desde el principio hasta el final, fue también un colosal quebradero de cabeza para todo el equipo, artístico y técnico, y todo a causa de dos malos factores, que si por separado ya eran peligrosos ni que decir tiene si se combinaban: el clima, pues la película se rodó realmente en zona de riesgo por tornados, y el temperamento de DeBont (cuyos procederes y manías no hacían sino agravar la relación con sus colaboradores).
La película ya empieza metiéndonos en lo que es un desastre de estas características desde el punto de vista de una niña, Jo, que a partir de entonces dedicará toda su vida a buscar a ese feroz tornado que se llevó a su padre, misión de puro interés masoquista y perfecto ejemplo de su casi autodestructivo carácter. Este personaje fuerte y audaz habría sobrevivido por su cuenta junto a su equipo, pero el guión considera oportuno introducir en la trama (y con calzador) a Bill, su antiguo novio, que llega para pedir unos papeles de divorcio...y poco más nos interesa esto...

Porque lo que pretende DeBont es volver a probar su capacidad para subirnos la adrenalina por medio de la frenética y emocionante persecución de los tornados que realiza el grupo de protagonistas a través de las carreteras y los bellos paisajes de Oklahoma con nosotros acompañándoles...olvídense de más. El grupo de pintorescos y chiflados personajes (en la onda de los amantes del surf de "Le llaman Bodhi") prosiguen incansablemente, y el director de esfuerza por estallarnos los tímpanos con el rugido de los tornados. Puro espectáculo sin más pretensiones; quizás algún drama por aquí (el pasado de Jo, siempre siguiendo sus pasos...o quizás al revés) y romance por allá (el de Jo y Bill, que es interrumpido por la irritante y exasperante presencia de la prometida de éste último).
Pero nada eclipsa al factor entretenimiento, poniendo en duda el que uno de los guionistas sea el escritor de "Parque Jurásico", ya que la ilógica se pone por encima de lo científico y lo creíble en mil y una ocasiones (¿meter un aparato con sensores en el centro de un tornado?, pues bienvenido sea). Aunque fuera un terrible rodaje, saldado con accidentes, discusiones, denuncias, despidos y otras tantas situaciones similares, en la película todo eso se obvia y ésta se centra en hacer que pasemos uno de los ratos más entretenidos y emocionantes de nuestra vida, propósito que cumple a las mil maravillas; si algo puede demostrarlo es la recaudación que hizo en cines en el momento de su estreno, casi triplicando en ganancias a las cifras del presupuesto, y sólo en EE.UU..

No nos engañemos, "Twister" ofrece poca reflexión acerca de los efectos catastróficos de las tormentas y huracanes; en su lugar es el "blockbuster" americano perfecto que nos entretiene con toda la buena intención para luego ser olvidado con rapidez. Un producto fabricado para contentar al público (contiene miles de finales, y todos felices), lo que se traduce en diálogos muy poco ingeniosos, ninguna sorpresa de argumento y ni siquiera grandes personajes, aunque sea difícil no enamorarse de la chiflada Jo, encarnada por una osada (e inmensamente atractiva) Helen Hunt al límite de su capacidad (no sabe nadie lo que tuvo que aguantar...).
Por otra parte, Bill Paxton intenta ponerse de protagonista a lo grande, pero ahí se queda, en el intento, como Cary Elwes y la absolutamente detestable Amy Gertz (que aún no sé qué demonios pinta en todo esto). El mejor secundario es ese Philip Seymour Hoffman acertando de pleno como el alocado Dusty. Vertiginosa aventura de catástrofes con el espíritu de Howard Hawks y Raoul Walsh que encandilará a los entusiastas de estos fenómenos, sobre todo gracias al buen hacer de unos espectaculares efectos visuales que recrean lo que es la capacidad destructiva de las tormentas.

El mejor momento del film: cuando el tornado se lleva la pantalla de cine mientras se exhibe "El Resplandor".