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Voto de Chris Jiménez:
8
Ciencia ficción. Fantástico. Terror Max Renn, responsable de un sórdido canal de televisión por cable, descubre un día una emisora pirata llamada "Videodrome" con contenidos muy violentos y realistas. Una palpitante pesadilla de ciencia-ficción que nos muestra un mundo en el que el vídeo puede controlar y alterar la vida humana. Considerada por Andy Warhol la "naranja mecánica" de los 80. (FILMAFFINITY)
17 de marzo de 2017
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...por consiguiente, la pantalla de televisión es parte de la estructura física del cerebro. […] Por tanto, la televisión es realidad, y la realidad es menos que la televisión".
En esta era de tecnología y avance es cuando mejor podemos afirmar que entre el ser humano y la máquina existe una especie de mística conexión que logra estimular por completo sus sensaciones y pensamientos.

Pero ese sentimiento de placer sólo se puede lograr a través de estímulos muy fuertes, los cuales amenazan con romper los frágiles tejidos de nuestra sensibilidad, moralidad, vergüenza y propia voluntad para atraparnos en un universo nuevo de falsa sensación, deshumanizado, dominado por el ente de la mecánica y la tecnología, capaz de penetrar en lo más profundo de nuestra psique y convertirnos en sus esclavos; nuestra nueva realidad no iría más allá de la pantalla, los datos o los procesadores de dicha máquina...y aun así no necesitaríamos más estímulos.
Esta pesadilla se materializa de la forma más escalofriante en "Videodrome", en una época en la que la televisión, y sobre todo el vídeo, vivían un auge sin precedentes (los '80), de la mano del siempre controvertido y sorprendente Cronenberg, quien había saboreado las mieles del éxito con "Scanners", su película más comercial, y que se preparaba para un ambicioso proyecto, no sólo en lo relativo al presupuesto (unos 6 millones de dólares), sino también en la cantidad de reflexiones que podría acumular, retornando a un tema ya expuesto en obras anteriores como "Crímenes del Futuro" o la citada "Scanners".

Tema que siempre estaría presente en su carrera: la torcida relación entre el ser humano y la ciencia, cuyos experimentos, siempre llevados de la mano de la inmoralidad y la imprudencia, acaban provocando efectos muy alejados de los deseados. Aunque si por algo empieza el film es por un feroz ataque a la televisión (¿el más feroz de la Historia del cine?), organismo vivo y depredador, presentándonos a Max, director de una pequeña cadena que ofrece sexo y violencia a los espectadores, lo cual será cuestionado como un mal capaz de trastornar y insensibilizar a la sociedad, aunque él lo considera algo positivo para la misma.
Pero el verdadero problema, como señala Nicky, es la constante necesidad de estimulación de las personas; mientras, Max interceptará la señal de un misterioso canal que retransmite un show llamado "Videodrome": la tortura y asesinato de mujeres dentro de una oscura habitación parecida a una mazmorra. La recepción de este siniestro espectáculo televisado despertará peligrosas sensaciones en la pareja; los personajes de Cronenberg, como los de Masumura (curiosamente se ridiculiza el sexo oriental) no pueden hallar el placer si no es por medio del dolor, el sadismo o el sufrimiento.

La relación entre Max y Nicky alcanza unos niveles grotescos y terminará con la decisión de ella de participar en el programa. Esta incisiva crítica toma caminos más amplios cuando descubrimos el microcosmos creado por Brian O'Blivion y su hija Bianca, establecido en una casa de acogida que proporciona a los pobres la mejor medicina para combatir el hastío de su existencia: horas frente al televisor. Cronenberg abre una brecha entre realidad y ficción a partir de que Max reciba la cinta de "Videodrome", proponiendo la conexión de las señales de la grabación con su psique, cayendo presa de ese universo enfermizo, fundiéndose con él, experimentando un cambio vital (un nuevo órgano se formará, dice O'Blivion).
Max "cruza" al otro lado de la pantalla, "vive" (al igual que Nicky) dentro de la alucinación, que se manifiesta en base a sus violentas y retorcidas pulsiones, lo que le impide abandonarla (la excitación al acariciar la caja del televisor es indescriptible, como la que sentían los personajes de "Crash" al tocar los cinturones o el volante). Un joven James Woods se desenvuelve a la perfección en su papel (no muy distinto del Cameron de "Scanners"), como la explosiva cantante de BLONDIE, Deborah Harry, acompañados por los notables Sonja Smits, Leslie Carlson y Jack Creley (inspirado en Marshall McLuhan).

Mientras, la perturbadora y absorbente atmósfera, donde destaca la fotografía de Mark Irwin y la inquietante música de Howard Shore, se cruza con una estética y puesta en escena de un poder visual arrollador (siendo en gran parte culpable el trabajo de Rick Baker, capaz de revolvernos las tripas en algunas secuencias ya míticas), y las particulares obsesiones "freudianas", paranoias "dickianas" y fantasías tecno-psicológicas del cineasta.
Todo ello dando como resultado un ultraviolento "thriller" de terror, ciencia-ficción y suspense, aunque inclasificable en última instancia, cuyas impactantes imágenes se quedan irremisiblemente grabadas en la retina del espectador. Un fracaso en su época (debido a su controversia y a los infames cortes que sufrió para su estreno en cines) convertido con el tiempo en un auténtico clásico del género y del cine de Cronenberg.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Chris Jiménez
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