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Voto de Chris Jiménez:
8
Comedia En plena crisis nuclear, un avispado productor de películas de terror decide estrenar un film que pone en práctica toda clase de efectos especiales en la sala de cine, todo ello aprovechando el ambiente de histeria general. (FILMAFFINITY)
16 de abril de 2023
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Se encienden las luces, ese olor a palomitas que pronto llena la sala, la luz del proyector en lo alto, los asientos tan limpios, la pantalla como una pizarra en blanco esperando a que el proyeccionista pinte en ella con las imágenes de la película que va a comenzar. Y nos transportamos a otro mundo.
Es la magia del cine. ¿Pero sigue siendo igual que antes?

Como amante del cine, mi padre tiene una buena colección de historias de sus días de juventud en las salas de verano, en las sesiones dobles o en las proyecciones al aire libre, antes de que dichos lugares estuvieran introducidos en los centros comerciales. Es algo, como lo del videoclub, que yo no he tenido la suerte de vivir y ya nadie podrá hacerlo. Joe Dante, de una generación mucho más anterior, fue incluso más privilegiado, y pudo gozar de algunos tipos de espectáculo de exhibición hoy imposible de llevarse a cabo; y como él coetáneos y luego colegas de industria como Carpenter, Spielberg, Coppola o Hooper.
De sobras conocemos el amor de todos ellos por el cine, y Dante en particular lo lleva demostrando desde su primera película, así que era cuestión de tiempo que la presente apareciera en su vida, si bien la idea era de otra fuente (Jerico Stone), rondando por ahí sin éxito como una fantasía de terror surrealista vivida por adolescentes, hasta que mejoró en manos del director, recién llegado de la innecesaria pero igualmente exitosa secuela de "Gremlins", y Charles Haas, responsable del libreto de ésta. Pero sin haberla concebido él sintió su propias experiencias pasadas brotando de ella como fotogramas, por lo que se volcó en cuerpo y alma para conseguir resolver los graves problemas de financiación.

"Matinee", como su propio nombre indica, tiene su origen en una sala de cine, que pronto cruzamos hasta incluso situarnos al otro lado de la pantalla. La oronda figura de John Goodman encarnando a Lawrence Woolsey sobresale en una nada sutil parodia de Alfred Hitchcock, este director de cine "exploitation" de bajos presupuestos e historias controvertidas que es una mezcla del mencionado británico, el distribuidor Lawrence Woolner, Roger Corman y en especial William Castle. Aquí rebosa la pasión por una forma muy particular de ver el entretenimiento cinematográfico, pero la explosión de una bomba atómica en pantalla sugiere mucho más y así es.
Entonces aparece Gene, y es a través de este poco disimulado álter-ego del Dante adolescente que volvemos a la realidad, la cual viene a ser la de una Norteamérica recién entrada en los años '60 y que tiene la desgracia de vivir la ofensa de regímenes socialistas desde la U.R.S.S. y la Cuba de Fidel Castro, que ha dado como resultado una terrible invasión fracasada al país y una crisis generalizada por la noticia de la posible presencia de misiles balísticos y despliegue militar soviético. Así el director nos hace parte del drama del momento, de la paranoia, el terror a grandes conspiraciones o a una más que inminente guerra atómica.

Y fue en este ambiente de crispación donde unos se volvían contra otros que "entrepeneurs" del espectáculo como el inventado Woolsey lograban más éxito que nunca, pues su cine ridiculizaba o exageraba ese terror a la destrucción y al pánico generalizado transformándolo en ingenioso recurso de inversión en taquilla. Para Dante ello constituye la base de su cariñoso tributo, e incluye toda la parafernalia usada para crear auténtica ilusión de fantasía con la que el público tenía una serie de experiencias únicas (y que de ser practicadas en la actualidad el responsable acabaría en la cárcel a no mucho tardar...).
Los fans reconocerán esas referencias típicas: las sillas con descargas eléctricas, la visión 3-D, la publicidad rimbombante, la Duo-Vision, la HypnoVista, el humo o la niebla esparcidos por la sala, la presión ultraconservadora contra este tipo de películas e incluso el mismo director asistiendo al local para organizar el show. Mientras tanto crece otra historia, porque el guión consigue cubrir con habilidad esos dos mundos, el de la ficción y el de la realidad, y al igual que Allen en "Días de Radio" y Tornatore en "Cinema Paradiso", el de New Jersey se acerca a ella, y pinta un colorido fresco de la sociedad de entonces y de los individuos que la habitan, con esa sensación de nostalgia y humanidad.

(CONTINÚA LA CRÍTICA EN ZONA SPOILER)

Tampoco podemos olvidar la burla socarrona que Dante hace a las tontas películas de Disney de aquellos años '60 por medio de la parodia "The Shook-up Shopping Cart" (donde además tenemos a Naomi Watts en su debut en el cine), ni mucho menos a los secundarios Cathy Moriarty (maravillosa de actriz "B" cansada de su oficio) y por supuesto Dick Miller, aunque le haya dado uno de los papeles más repulsivos de su carrera.
Algo perdida, algo irregular, a menudo desaprovechada, pero quizás así vivió Dante su adolescencia e infancia, sin saber muy bien qué lugar ocupar, el de la oscura realidad o el de la fantasía que le brindaba el 7.º Arte. Para un servidor, por todo lo que ofrece, homenajea y representa, es una de las cumbres de su obra y del subgénero "cine dentro del cine". ¿He de volver a recordar lo inmenso que está John Goodman en éste, uno de sus mejores personajes?
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Chris Jiménez
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