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Voto de Chris Jiménez:
10
Western Josey Wales (Clint Eastwood), es un ex-soldado confederado que se dedica ahora a atender su granja al lado de su esposa y su pequeño hijo... hasta que un día, llegan miembros de la guerrilla Los botas rojas (al servicio de los ejércitos de la Unión) y matan a su familia. Desde entonces, Wales decidirá cobrar venganza y se convertirá en perseguido fugitivo al ser el último hombre que se ha negado a firmar un acuerdo de paz con los ... [+]
1 de octubre de 2018
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todos conocen su nombre, han oído sus hazañas, su fama de rebelde insurrecto y de pistolero sanguinario le preceden. Un hombre testigo y superviviente de la masacre de su familia dominado por el odio y la rabia.
Su nombre es Josey Wales, es perseguido sin descanso en una América hecha trizas por la Guerra Civil. Nadie ha podido cogerle, su venganza aún no ha terminado, y tras de él, una nueva comunidad irá resurgiendo.

Los '60 y los '70 fueron años de demolición y reconstrucción de uno de los géneros más emblemáticos del cine: el "western". Mientras los italianos rodaban sus degenerativas versiones mediterráneas en nuestra Almería, directores como Penn, Sturges, Hellman o Peckinpah se convertían en poetas crepusculares gracias a una serie de obras que presentaban un Oeste muy desencantado (y en el que pretendían ofrecer su propia visión crítica de la tan presente guerra de Vietnam). Para muchos, sin embargo, el "western" estaba tocando fondo, era prácticamente un género moribundo de cara a la taquilla...pero no para Clint Eastwood.
Después de su extraño film de aventuras y espionaje "Licencia para Matar", el actor y director, por consejo del productor Robert Daley, se leyó la novela "Gone to Texas" del escritor Forrest Carter (en realidad Asa Earl Carter, uno de los líderes del Ku Kux Klan en los '50), con la que se quedó fascinado gracias a su tratamiento de la Historia y, sobre todo, a su protagonista. Philip Kaufman, responsable de "Sin Ley ni Esperanza" y el "remake" de "La Invasión de los Ladrones de Cuerpos", se ocupó del guión y la dirección (aunque las diferencias con Eastwood dieron paso a ser despedido y reemplazado por éste, al que se le impuso una multa de la Directors Guild of America).

El personaje encarnado por Eastwood ya ha pasado a ser uno de los más emblemáticos, no sólo de su carrera, sino del "western". Josey Wales, tras ver morir a su familia a manos de un grupo de Botas Rojas, aliados de los unionistas, marcha a combatir en la Guerra Civil al amparo de los confederados, con la esperanza de sofocar su odio, de mitigar su cólera, de tocar el fondo de su propia violencia y también de morir; sin embargo, la derrota contra la Unión desmiembra la comunidad sudista. A partir de entonces los unionistas, entre los que se encuentra el capitán Terrill, uno de los que atacaron la granja de Wales tiempo atrás (la misma estirpe de asesinos que se erigen en "civilizadores" de la nación practicando su propias leyes) ponen precio a su cabeza y le tachan de asesino y traidor.
Éste se aventura entonces a un periplo de destino incierto por todo el territorio, huyendo de sus perseguidores al tiempo que reúne nuevas compañías como si de un predicador inconsciente se tratase; compañías que no son sino seres maltratados y a la deriva que han logrado sobrevivir a los desastres de la guerra: un viejo jefe cherokee, una muchacha navajo y una anciana y su nieta asaltadas por unos bandidos. "El Fuera de la Ley", aun influenciada por "Cielo Amarillo", "Los que no Perdonan", "Yuma" o la mítica "Centauros del Desierto", pone a Eastwood en una situación especial en la que ha de establecer su propio sello en el "western".

Y lo ha de hacer más allá de la deformación de Leone y el cinismo de Siegel, cuya influencia también es evidente, trastornando su imaginería mitificadora (la caballería, tan querida por Ford, será puesta en el lado de los asesinos) y lanzando, a través suyo, una amarga crítica y lectura de algo que siempre ha perseguido a la historia americana: los sacrificios e injusticias de la guerra y sus consecuencias (dándose inevitables comparaciones con la de Vietnam). Todos y cada uno sufren, desde los más jóvenes hasta los más viejos, desde esos orgullosos ciudadanos de Kansas hasta los guerreros comanches (la conversación entre Wales y Diez Osos resume todo aquello que nos quiere decir el film).
Tras tanta destrucción, ¿por qué no renacer y reconstruir? De este modo, Eastwood ofrece el negativo del forastero que castigaba a las gentes en "Infierno de Cobardes", pues Wales, hombre cambiado por la violencia y la inhumanidad, que reniega de su patria y de las leyes de los vencedores, que escupe como un apestado ese tabaco negro (una bilis oscura) sobre todos los seres de La Tierra, un espectro (nótese cómo desaparece lentamente de los encuadres), se convierte en benefactor de una comunidad, la cual rebrota de las cenizas y el dolor, una familia recompuesta y unida en la búsqueda de un paraíso en la Tierra, capaz de hacer frente a todos los elementos, con esperanza y hasta humor.

Como actor, Eastwood brinda una de las mejores interpretaciones de su carrera, dejando atrás a sus pistoleros sombríos, individualistas o simplemente anónimos de antaño, lo que demostró su valía de cara a esos críticos (en especial Pauline Kael) que siempre despreciaban su forma de ser y actuar. Se rodea de otros maravillosos intérpretes como Bill McKinney, Paula Trueman, el joven Sam Bottoms, John Vernon, Sondra Locke, futura esposa y colaboradora, y Dan George, impagable en el papel de Lone Watie. Como director, nos ofrece un film en la línea de los clásicos "westerns" de aventuras.
"Western" al que dota de grandes escenas de acción a la vez que de profundas reflexiones, cruzando la línea de lo existencialista, y de un tono violento, descorazonador y trágico, doblemente reforzado por la gran música de Jerry Fielding y el brillante trabajo de fotografía de Bruce Surtees, la cual resalta las partes más sombrías de la imagen en interiores y las más bellas en exteriores. "El Fuera de la Ley" se mantiene en el tiempo como uno de los films del Oeste más vigorosos del género y más importantes de su época (tanto más cuanto que se estrenó, por casualidades del destino, en el bicentenario de la Guerra Civil americana).

Al final, cual Douglas Mortimer en "La Muerte tenía un Precio", Wales puede andar tranquilo hacia el horizonte con el Sol de cara, forjándose una identidad única y convertido en leyenda...
Chris Jiménez
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