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Voto de Chris Jiménez:
5
Terror Una pareja que está de viaje llega a un apartado pueblo de Nebraska, un lugar donde no hay adultos, sólo niños y adolescentes. El terror se apodera de la pareja cuando descubre la causa de esta extraña situación. Los niños forman una fanática comunidad religiosa que rinde culto a una extraña deidad de los campos de maíz. Cuando llegan a los 18 años, han de ser sacrificados. Primera adaptación al cine del relato de Stephen King "Los chicos del maíz". (FILMAFFINITY) [+]
5 de junio de 2017
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En mitad de ninguna parte el silencio y el viento seco ha hecho mella en las paredes de las casas que se alzan en Gatlin como un monumento al olvido y la futilidad.
Nadie sabe qué sucede allí pues todo el que entra acaba siendo víctima de los demonios que lo habitan...

Tan sólo la premisa consiguió darme algún escalofrío en la médula espinal, y es que la fábula de "Children of the Corn", publicada allá por finales de los '70, sigue manteniéndose contra el paso del tiempo entre las más poderosas de la fértil cantera literaria de King. No separó mucho esa aparición en texto de una próxima versión para los cines, cosa que anticipó John Woodward en clave de curioso cortometraje experimental; a mitad de los '80 las adaptaciones del autor se han disparado, y entre todas ellas hay algo, fatal, que las conecta: la falta de fidelidad.
Y pese a que Cronenberg, Carpenter, incluso Lewis Teague, hicieron malabares para salir del paso, más difícil lo iba a tener un debutante George Kiersch debido a la gran diferencia de opiniones entre King y los productores sobre cómo trasladar su historia, quienes quedaron descontentos con ellas y hubieron de traerse a un pobre guionista (George Goldsmith) que por supuesto sufrió las iras del de Maine. Y con razón; quizás su visión se alejaba lo máximo posible de las convenciones cinematográficas y se apegaba más a la imaginación literaria, pero eso no era óvice, en opinión de un servidor, para descolgarse y hacer trizas el relato original...

Pues eso es lo que hicieron los artífices que se encargaron de esta producción de exiguo presupuesto. La mayor diferencia ya viene marcada desde el comienzo; debido a la condición de relato corto, hay que inflar la trama y añadir personajes y explicaciones, y lo que vemos es lo que podría ser el prólogo de "¿Quién puede Matar a un Niño?", donde hallamos claras (¿e inconscientes?) influencias, pero Kiersch, en lugar de misterio y tensión, prefiere decantarse, y lo seguirá haciendo a lo largo del film, por los litros de sangre y el impacto visual de la violencia; y para colmo se introducen los irritantes Sarah y Job, quien nos provee de una narración incómoda y tediosa.
Tras estos minutos que deberían habérselos ahorrado conocemos a unos Burt y Vicky distintos (aquel matrimonio que discutía constantemente son un par de tórtolos bienavenidos) con quienes se empezaba el relato en plena carretera y en "shock" por haber atropellado a un pobre niño de extrañas pertenencias, para luego dar con sus huesos en la desolada Gatlin. ¿Y por qué ahorrado? Porque de otra forma no hay sorpresa; Hooper supo cómo desbocar nuestros nervios en "La Matanza de Texas" debido a que la llegada a la casa de la familia de asesinos se efectúa desde el punto de vista de los jóvenes protagonistas, sin antecedentes ni preámbulos.

Esto es: sin ninguna clase de expectativa. Al conocer los terribles hechos que ya han transcurrido en ese lugar somos incapaces de ponernos en la piel de los personajes, perspectiva que el guión tuvo que haber adoptado, y sentir su miedo de la misma forma; y pese a todo el director, a la manera de Carpenter, sabe modelar una eficaz atmósfera de tensión, más malsana y enfermiza que terrorífica, resuelta con no poco humor negro y las consabidas ráfagas de brutalidad, a veces haciendo parecer esto un "slasher" rural totalmente gratuito. Pero de gratuito no tiene nada el relato de King.
Las obsesiones fanático-religiosas y algo tan indigesto como la idea de un culto formado por niños y adolescentes en las tripas de la América profunda donde la presencia adulta es poco menos que un pecado capital, queda diluido y pierde peso por la presencia de esa violencia y la sonrisa macabra con que se exponen los hechos; Kiersch podría habernos brindado una historia escalofriante de significativo discurso, pero ese tono subversivo, más propio del cine de terror de los '60, se desvía con una puesta en escena, ocurrencias absurdas y humor negro de la escuela "cormaniana", aun quedando algo de la paranoia, el desasosiego y el tetrismo original de la obra (se sea o no infiel a King, la esencia de sus textos permanece).

Goldsmith obedece las órdenes del estudio y lo lleva todo a una conclusión mucho más cercana a la moralina norteamericana, por medio de una simple decisión: dejar a la pareja viva (al contrario que en el texto, donde mueren de una manera verdaderamente cruel), lo que les da una oportunidad no sólo para escapar, sino para poner en duda las acciones tan dudosamente éticas que los niños están llevando a cabo, desbaratando su bien unificada nueva religión. Otro de los fallos, también cometido por King, es la "obligación" de introducir elementos sobrenaturales y fantásticos, resultando un salvavidas sin sustancia, una especie de forzado "deus ex machina" que no convence en absoluto.
Sin además darse pistas y dejándolo todo en suspenso (y a veces hay cosas que se agredecen al ser explicadas, aunque sólo sea un poco); Ibáñez Serrador no necesitó de dichos elementos para causar pavor en el público con su similar cuento sobre niños asesinos, y Rilla se las apañaba sólo con el uso de las atmósferas en "El Pueblo de los Malditos". Por otra parte a la pareja (el soso Peter Horton y una vital Linda Hamilton previa a su exitazo con "Terminator") le cuesta situar al público en su lugar y lograr un mínimo de empatía.

Lo que sí que defenestra a "Los Chicos del Maíz", insisto, es la inclusión de esos pequeños hermanos que son como un reflejo de los anteriores, dos extraños en su propia comunidad, y claves para la salvación del pueblo y la destrucción de los psicóticos líderes de la secta parricida, Isaac y Malachai (sobresaliente Courtney Gains).
De bastante éxito en su momento, la crítica la hizo pedazos pero el VHS contribuyó a forjar su estatus de culto. Estatus que va perdiendo fuerza con el paso del tiempo (al contrario que otras adaptaciones de la década y del autor) pero asimismo conserva su ritmo y gran capacidad de entretenimiento...
Chris Jiménez
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