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Voto de Chris Jiménez:
9
Acción. Ciencia ficción En un futuro posnuclear, Max Rockatansky, un policía encargado de la vigilancia de una autopista, tendrá que vérselas con unos criminales que actúan como vándalos, sembrando el pánico por las carreteras. Cuando, durante una persecución, Max acaba con Nightrider, el líder del violento grupo, el resto de la banda jura vengar su muerte. (FILMAFFINITY)
14 de septiembre de 2018
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película mítica de la Historia del cine donde las haya. A mis 15 primaveras la descubrí por primera vez. Un primo mío me regaló la trilogía en DVD por mi cumpleaños y, literalmente, flipé. En aquella época yo ya había visto bastantes películas, pero cuando llegaron a mi estas obras de George Miller supe que aún había mucho por descubrir.
Es difícil describir cómo cambiaron mis ideas con respecto al cine. Hoy por hoy, "Mad Max" es una de las que más veces me he visto. ¿30?, ¿40 veces? Sólo el “Jinete Nocturno” lo sabe...

Y es que, como reza la frase que aparece en la carátula de la edición en DVD: "La película que dio comienzo al mito". Eso es exactamente esta primera parte de las muchas andanzas del policía Max Rockatansky. Miller nos presenta una sociedad que se ha ido al carajo, que vive en decadencia, que apesta, en una época y lugar indeterminados (aunque se nota que son los '70). Las carreteras sirven de escenario para librarse auténticas carnicerías. Vándalos, criminales y motoristas circulan por ahí, robando, violando, asesinando y destrozando todo lo que encuentran...pero unos rudos policías deben pararles los pies. Así se dispone la trama.
En casi todas las película de acción suele pasar un tiempo hasta que empieza el movimiento. Aquí, a poco más de 10 minutos, vemos seis vehículos hechos papilla (entre los que estaba la furgoneta azul del propio director), un bebé que casi se queda incrustado en el suelo de la carretera y unos cuantos tiros y explosiones más. Asistimos a la primera de las muchas emocionantes persecuciones del primer y realmente legendario "western" futurista, y eso que Miller, un director que debutaba en la industria junto a demás miembros de su equipo técnico y artístico, realmente quería hacer una película del Oeste, pero al no tener el presupuesto y recursos necesarios, y viendo que los films de persecuciones estaban a la orden del día, este fue el resultado.

George Miller hereda de las musculosas "road movies" de la época y de los "westerns" crepusculares, del cine de justicieros, de la violencia y las cámaras lentas de Sam Peckinpah y su máxima es centrarse en la persecución olvidando el escenario todo lo demás. La cámara está dentro y se puede sentir incluso el olor a sudor de la cabina del piloto, el espectador está también participando; uno realmente se queda sin respiración con las taquicárdicas carreras que se pegan Max y sus compañeros contra los sádicos motoristas. Pero hay que decir que no es sólo trepidante acción lo que nos está ofreciendo Miller.
En realidad estamos ante una distopía donde se da una profunda reflexión sobre el estado tan decadente de la sociedad, y la verdad es que no resulta exagerado (al menos en esta primera entrega) teniendo en cuenta cómo iban las cosas y cómo van ahora. En eso gana mucho el film, que a pesar de los años sigue resultando fresco hoy en día tanto como antes, porque el tema que trata, a través de la ficción y el espectáculo, es tremenda y desgraciadamente actual; el mecánico nos lo dice bien claro: "el Mundo está loco, como una cabra". En esta jungla de asfalto de ambiente triste y malsano Max, un policía recto, duro y al mismo tiempo atemorizado del mundo en el que le ha tocado vivir, tendrá que hacer lo posible para proteger a su amable y dulce mujer Jessie, igualmente harta de la vida tan peligrosa que lleva su marido, de unos sádicos y trastornados motoristas.

La más realista, cruda y trágica de la trilogía, siendo las otras dos aventuras de ciencia-ficción "survival" comparadas con la dramática y más intimista historia que se ofrece aquí, y que cuenta con una serie de momentos y secuencias impactantes (a mí siempre se me quedará aquella en la que la banda tiene al bebé retenido mientras Jessie lo busca por los alrededores de la finca), una ambientación sin parangón, retropost-apocalíptica, podríamos decir, la estrepitosa banda sonora de Brian May, que mantiene en constante tensión, el veloz montaje de y unas interpretaciones brillantes.
Mel Gibson, con sólo 23 añitos y una película a sus espaldas, bastante cutre y con la que compartió debut junto a Steve Bisley (impagable en el papel de Jim, "el Ganso"), ya apuntaba maneras para ser la nueva estrella del cine de acción del momento, y que tantos réditos le daría en años venideros; le acompañan una también genial Joanne Samuel, el enervante Tim Burns, quien protagoniza una secuencia final junto al protagonista que hiela los huesos, y Hugh Keays-Byrne, dando vida al "Cortauñas", uno de los villanos más apabullantes e inquietantes de la Historia.

El frenético ritmo que aplica el sr. Miller, contundente, que no aburre un momento, a la vez desagrada y cautiva y ofrece entre un espectáculo de evasión al más puro estilo U.S.A. y una psicológica introspección del lado más brutal y salvaje del ser humano. La sangre, la pólvora, la gasolina y el caucho quemado componen la sinfonía de "Mad Max".
Ingredientes que hacen de ella un hito cinematográfico, imitado y copiado en multitud de aspectos hasta nuestros días y que nunca pasará de moda por muchas otras que la intenten plagiar y por muchos "spin-offs" que salgan actualmente (ya saben a qué me refiero). Pese a sus fallos, porque los tiene, es una obra de arte irrepetible tanto dentro como fuera del cine australiano y trampolín que sirvió a Mel Gibson para saltar a la fama.
Chris Jiménez
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