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Voto de Chris Jiménez:
8
Terror El sótano de un viejo hotel está construido encima de la puerta al más allá donde deambulan los zombies. Una joven hereda el hotel y decide renovarlo pero terribles "accidentes" ocurren durante las obras. Un pintor muere, el fontanero desaparece y su amigo se rompe el cuello. Ella huye al hospital pero la pesadilla sólo acaba de empezar… (FILMAFFINITY)
26 de diciembre de 2017
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siete puertas cuyo destino es el Infierno, y bajo un antiguo hotel se encuentra una de ellas.
Lucio Fulci nos vuelve a arrastrar a los abismos más negros de un universo más allá del nuestro. El de los muertos, las pesadillas, los demonios...

Una vez que realizó "Zombi 2", con la que pondría punto y final a sus años '70 y considerada por muchos un auténtico clásico del horror mediterráneo, el italiano se dedicaría en cuerpo y alma (salvo un par de excepciones) al terror y la fantasía, si bien con ello la calidad de sus obras iría en descenso durante aquellos '80 hasta estamparse al final de la década. Pero todo parecía ir bien en sus inicios; tras rodar la interesante y "poeniana" "El Gato Negro" surgió la idea de establecer en su filmografía una trilogía unida únicamente por el género, el estilo y la protagonista (Catriona MacColl).
Comenzaría con "Miedo en la Ciudad de los Muertos Vivientes" y seguiría ésta, concebida entre tres guionistas (incluído el obligatorio Dardano Sacchetti) sin seguir un esquema narrativo claro, sino acorde a vagas ideas y momentos impactantes que iban naciendo de la enfermiza mente de Fulci, unido todo por un hilo conductor bastante débil. No es por tanto una ofensa afirmar que el film carece totalmente de una trama sólida, porque en efecto no la hay por ningún sitio; el mismo Sacchetti admitiría que, desde los personajes hasta el argumento principal, todo funcionaba como mera excusa para apoyar algo más importante.

Y es algo que de algún modo u otro ha estado (y estaría) presente en el cine del director, y una de las cosas que siempre lo ha caracterizado: la sensación de irrealidad, el abandono a la maravillosa ilógica por encima de toda lógica y sentido común. En este sentido, "El Más Allá" irradia una fuerza portentosa. Fulci inicia su relato en un escenario tétrico envuelto por el viscoso y agobiante blanco y negro de la fotografía de Sergio Salvati, planeando en todo momento las sombras de Bava, Browning y el horror clásico de la Hammer, pero añadiendo en el proceso abundantes dosis de violencia.
Un artista residente en un hotel de Louisiana es considerado un brujo por los vecinos del lugar, quienes se forman en una muchedumbre furiosa y le asesinan sin que pueda finalizar uno de sus cuadros; la justicia desprovista de toda moral llevada a cabo por el pueblo en contra de la corrosiva superstición es desde luego fundamental para entender la ola de terribles sucesos y horripilantes asesinatos que está a punto de desatarse. Aunque el director practique una elipsis de 54 años no reduce mucho el ritmo ni se entretiene en los aspectos innecesarios de un argumento plano: la adquisición del hotel por Liza, una joven y escéptica heredera de ciudad que ignora los peligros que van a suceder.

La aparición de una extraña muchacha ciega llamada Emily y el libro demoníaco Eibon (referencia al gran Clark Ashton Smith y, cómo no, al "Necronomicon" de Lovecraft) reforzarán la idea de que en esta película no hay que confiar en los débiles e inútiles razonamientos argumentales, sino en la existencia de un mundo invisible cuyos espectros son capaces de penetrar al nuestro; el realizador condena tanto la creencia de la superstición como en su total rechazo, y así deja que el puro miedo se convierta en el maestro de ceremonias de una venganza de origen incierto.
Se abre una brecha en la pared y las manos de los muertos nos lanzan a los recónditos universos de su interior; a partir de ahora lo que los personajes contemplan con sus ojos no es válido (de ahí que siempre acaben arrancados) y sólo en la ceguera de los de Emily se atisba la auténtica realidad, plagada de muertos vivientes, fantasmas vengadores y apariciones demoníacas mientras se perciben las huellas de "La Profecía" (y otros films sobre mansiones encantadas como "El Palacio de los Espíritus", "La Mansión de los Horrores", "La Leyenda de la Casa del Infierno" o "El Legado"), destellos de H.G. Lewis, el horror implantado por Argento, Freda, Carpenter y la imaginería "lovecraftiana".

Hitchcock y Castle modelaban atmósferas asfixiantes sujetas a los patrones de la intriga y revestidas de una cierta sutileza áspera. Fulci no se anda con sutilezas, y su concesión al sadismo más bruto y a lo grotesco se alza como marca de la casa desde el primer momento; los primeros planos de los ojos de los personajes y ciertas mutilaciones en ellos revelan la estrecha relación que percibe el director con el descenso a la locura y la quiebra de la realidad. "El Más Allá" es eso, la quiebra de lo real por una invasión arrolladora de lo maléfico hacia registros sensibles supurantes de vísceras y viscosidades cuyos pliegues no obedecen a leyes de ningún tipo.
Pues habrá situaciones planteadas únicamente para ser llevadas a una catársis extrema de hemoglobina y pasión por el sadismo más recalcitrante (la de la madre y la hija en la morgue como principal ejemplo...). Y si bien en términos técnicos se alcanzan niveles muy dignos, en el plano artístico dejan mucho que desear esos Al Cliver, Veronica Lazar y David Warbeck, cuyo ridículo personaje sólo da vueltas y tiene la suerte de aparecer siempre en el momento preciso para salvar a la rubia y guapa MacColl. Sí que merece un elogio la delicada pero inquietante presencia de la modelo Cinzia Monreale, llevándose además una de las secuencias más terribles y memorables (el ataque del perro a Emily, cómo no).

En entregarse a las garras de lo paranoico y lo deliciosamente repulsivo reposan los principios de este film ya elevado al estatus de culto, y su exposición constituye todo un viaje a las mismísimas entrañas de lo imposible, una experiencia que, salvando mucho el presupuesto y los medios con que contaba, logra atolondrar, fascinar y revolver las tripas hasta la extenuación con plena eficacia.
Sí, amigos, Fulci realiza su última obra maestra, del género, de la década y de su carrera, y con ella influenciaría a toda una generación de futuros directores y escritores.
Chris Jiménez
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