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Voto de Chris Jiménez:
10
Ciencia ficción. Fantástico. Terror Un científico se utiliza a sí mismo como cobaya en la realización de un complejo experimento de teletransportación. La prueba es un éxito, pero empieza a sufrir unos extraños cambios en su cuerpo. Al mismo tiempo, descubre que dentro de la cápsula donde realizó el experimento con él se introdujo una mosca. (FILMAFFINITY)
2 de marzo de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
"...Soy un insecto que soñó que era un hombre, y le gustaba. Pero el sueño se acabó y el insecto ha despertado".
Esta es la historia de un hombre de cuyo interior comenzó a brotar una fuerza desconocida que le llevaría a convertirse en algo distinto, algo que nunca existió. "Vestigios, arqueología, barroco. Artefacto de una época pasada".

Sin duda nos encontramos ante uno de los títulos emblemáticos de la Historia del cine, y más concretamente de la década de los '80 y del género de terror y ciencia-ficción, además de permanecer como la obra más importante de David Cronenberg, para quien resumiría todo lo que era y lo que había hecho hasta entonces, cuya historia original procedía del relato corto publicado en 1.957 en la revista Playboy por el (agente especial franco-británico reciclado en) escritor George Langelaan.
Dicho relato sería trasladado al cine al año siguiente de la mano de Kurt Neumann, hoy por hoy un clásico de la década que generó, gracias al enorme éxito de taquilla, dos irrregulares secuelas. A comienzos de los '80 el guionista Charles E. Pogue iniciaría un proyecto de "remake" apoyado por el productor Stuart Cornfeld, que no obstante fracasó al probar vendérselo a la 20th Century Fox, hallando posteriormente la fuente de financiación en Mel Brooks, quien tuvo la idea de reclutar a Cronenberg (ocupado intentando llevar a buen puerto la adaptación de "We can Remember it for your Wholesale", de K. Dick) para ponerse tras la cámara.

"¿Que en qué trabajo? Estoy trabajando en algo que cambiará el Mundo y la vida humana". Orgulloso y decidido, así se presenta ante Veronica el joven científico Seth Brundle, inventor de un revolucionario sistema de transporte: dos capsulas capaces de desintegrar y volver a integrar materia a través del espacio. Tras un fugaz encuentro iremos con la pareja al pequeño y humilde laboratorio-vivienda de Brundle, donde se desarrolla prácticamente toda la película, pues el director apuesta aquí por un estilo minimalista: pocos escenarios y uno primordial, lo que acrecentará la sensación de claustrofobia al avanzar el metraje, y sólo tres protagonistas.
El tercero en discordia es Stathis Borans, editor de la revista para la que trabaja Veronica y su antiguo amante; Cronenberg se centra en la relación triangular de estos personajes mientras refleja su obsesión por cómo a veces la ciencia, instrumento que el ser humano usa para avanzar, evolucionar y hallar respuestas a las cuestiones más remotas, se puede volver en contra de uno y provocar efectos muy alejados a los deseados, además de insistir en el poder de la carne y en ese cambio vital surgido de las mismas entrañas experimentado por sus protagonistas, cuya fuerza son incapaces de controlar y que desemboca en la más absoluta degeneración (elementos ya vistos en "Videodrome").

En este caso, un hombre se creerá en posesión de una verdad infalible, la cual intentará demostrar en sus propia carne cruzando la línea que separa el mundo real del microcosmos interior de la capsula (cuna de la metamorfosis); Brundle, habiendo asimilado la mosca (principal desemejanza con la versión de Neumann), se hace una significativa pregunta, anunciando inconscientemente la tragedia: "¿Soy en algo diferente? ¿Estoy vivo o es un recuerdo?". Desde el mismo instante en que sale de la capsula ya no es, ni será nunca más, el mismo, sino una criatura totalmente nueva.
Sirviéndose de unas impactantes imágenes cuya exposición desafía la persistencia retiniana, Cronenberg elabora una auténtica poética de lo monstruoso y se decide a mostrarnos el miedo más aterrador que existe: el indudable pavor del ser humano a perder su identidad, su humanidad (planteado también por Carpenter en "La Cosa"). La fuerza que surge del interior de Brundle, a sus ojos una fuerza purificadora y reveladora, que sobreexcede sus capacidades y confianza en sí mismo, no será otra cosa que el deseo del insecto atrapado en su cuerpo por salir al exterior, lo que irremediablemente acabará aceptando ("Los insectos […] son brutales, no tienen compasión ni compromisos. No se puede confiar en un insecto").

Atmósfera inquietante y opresiva apoyada en una relación amorosa turbulenta y de fatal conclusión y en un trabajo técnico brillante (donde sorprenden los efectos especiales de Chris Walas (diseñador de las criaturas de "Gremlins"), el maquillaje de Stephan Dupuis, la fotografía de Mark Irwin y la tenebrosa música de Howard Shore) que con frecuencia parece evocar, por sus temas y oscuridad, el universo de Wells, K. Dick, Poe o Kafka (hasta el punto de contemplar la posibilidad de una adaptación disimulada de "La Metamorfosis"), inclinándose del lado del más puro terror al encaminarse el cambio de Seth hacia la monstruosidad y la muerte.
"La Mosca" no sólo fue un tremendo éxito de cara a la taquilla, el mayor para Cronenberg (la recaudación cuadruplicó el presupuesto), sino que también combinaba a la perfección la paranoia científica de "The Brood", la intriga y la acción de "Scanners", la violencia y los efectos revolucionarios de "Videodrome" y el trato psicológico de personajes de "La Zona Muerta", revelándose como la quintaesencia de todo lo que era su cine en la época. A esto se suma el buen trabajo de John Getz y Geena Davis, ésta en su primer papel dramático, aunque siendo eclipsados por la magistral y muy sufrida interpretación de Jeff Goldblum en el que fue y será por siempre el mejor papel de toda su carrera (él y David ya coincidieron en "Transylvania 6-5000" y volverían a hacerlo).

La década de los '80 y la ciencia-ficción no serían lo mismo sin el demoledor cuento de fantasía y terror gótico que es "La Mosca", cuyo traumático final aún sigue dejando en el espectador una sensación de amargura imposible de aliviar.
Tres años después, el mismo Walas se encargaría de realizar una secuela de muy dudosa calidad, contando con Saffron Henderson en sustitución de Davis.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Chris Jiménez
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