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Voto de Chris Jiménez:
4
Terror. Drama Sang-hyun, un caritativo sacerdote que suele visitar a los pacientes del pequeño hospital de su ciudad, vive atormentado por las dudas y la desesperación que le provoca un mundo dominado por el sufrimiento y la muerte. El deseo de salvar vidas lo lleva a África, para participar en un proyecto cuyo objetivo es encontrar una vacuna contra un virus letal. Allí contrae una enfermedad mortal de la que se recupera casi milagrosamente. La ... [+]
29 de agosto de 2023
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
"...Viendo que era incapaz de dormir, que el insomnio se había adueñado de su irritada carne, se tendió de espaldas, abrió los ojos por completo y dejó que la cabeza se llenara de recuerdos de la joven. Se había quebrado el equilibrio, de nuevo lo agitaba la fiebre ardiente de antaño [...]; al pensar en ello la sangre se le subía al cuello...".

Resuena aún entre las nubes de las historias románticas la visceralidad vivida a gritos por Thérèse Raquin y su amante Laurent, gritos que a través de las décadas y los mares han sido capaces de llegar desde la Francia del Segundo Imperio hasta la Corea contemporánea. Se jacta de ello el sr. Chan-Wook Park, que a partir de dejar atrás su Trilogía de la Venganza va a experimentar una tendencia creciente hacia el fantástico, con los innovadores cruces de géneros correspondientes, como ya demuestra en "I'm a Cyborg", tan celebrada por algunos y tan despreciada por otros...
Se dispone entonces a cumplir un proyecto que hierve en su interior y ha necesitado una maduración de nada menos que una década para llevarlo a cabo, mientras se ocupa de otros asuntos; se basa en una idea muy interesante repartida en dos instantes clave: el personaje principal es un sacerdote que se convierte en vampiro después de una misteriosa transfusión y la obsesión de éste por una mujer a la cual, del mismo modo, transmite su sangre ya "contaminada". Según él queda un enorme espacio en blanco, y pese a ser un cinéfilo empedernido que adora el subgénero, en Corea no existe como en Europa un mito del vampirismo al que aferrarse.

Esto no es óbice para evitar extraer las influencias de sus obras favoritas, desde el "Nosferatu" clásico hasta la fábula sucia, urbana y minimalista de Abel Ferrara, "The Addiction"; sin embargo, en su lugar, se acerca a lo más impensable (o tal vez no, si se aprecian los detalles): "Thérèse Raquin", una de las más brillantes creaciones del genio Émile Édouard Zola, su primer gran éxito y generadora de una controversia notable allá por 1.868. Dicho apartado pasa desapercibido durante el prólogo que el coreano nos brinda, haciendo uso de un ritmo paciente y una puesta en escena oscura pero elegante, entregándose a la melancolía a través del drama personal de un sacerdote cuya vocación se ve debilitada poco a poco...
Encarnado por un flemático Kang-Ho Song, es la vocación misma el motivo de su insatisfacción; como hombre piadoso que lleva una existencia basada en corresponder a los demás, soportar sus penas, pecados y, sobre todo, sus muertes. Y entonces se da su peregrinaje hacia África para convertirse en un mártir sacrificial, o un suicida martirizado; el problema es que todo este tramo, bajo narración subjetiva, es demasiado corto y muchos sucesos se acumulan en él por medio de abruptas elipsis. No se profundiza más allá en este personaje, ni en su angustia, ni en su estancia en el apartado lugar, antes de suceder el incidente que hace virar (de nuevo) la historia.

La transfusión, primer paso a la conversión. Park la registra poco a poco, se introduce en los paulatinos cambios que experimenta Sang-Hyun a partir no de un suceso fantástico relacionado con la mitología del vampiro, sino a partir de un experimento científico; es una mutación fisiológica en el marco del horror "cronenbergiano" (de hecho mucho tiene de los personajes del canadiense, los cuales se ven arrastrados por una fuerza que no pueden controlar nacida de su propio organismo). El director deja entrever sus trazos de humor malévolo al torcer las reglas existenciales de un hombre que vivía para servir a los demás y ahora necesita a los demás para sobrevivir.
Su objetivo al concebir "Thirst" era relatar la corrupción moral de un hombre religioso, dedicado a la fe, y vencido por una sed de sangre que desafía toda fe y toda ley moral en la sociedad humana; nos deja en el aire la pregunta de si debería sentirse culpable por ello, pues no deseó esta transformación aberrante. A sus ojos (y a los nuestros) él también es una víctima. Y en esta lucha trascendental salpicada de violento efectismo...¡de repente!...se cuela la herencia de Zola; Park juega a sustituir al pintor Laurent por el cura, al amigo de la infancia Camille por Kang-Woo y a la instigadora de las pasiones Thérèse por Tae-Ju.

(CONTINÚA LA CRÍTICA EN ZONA SPOILER)

Terrible decisión: cuando la historia se podría haber cerrado decentemente al recibir Tae-Ju la mordedura de Sang-Hyun y tras ese "Feliz cumpleaños", Park decide que no es suficiente y continúa, pero perdiendo la cabeza por el camino. Y uno ya no sabe si está viendo una comedia de terror, un melodrama violento, una tragedia de humor negro o un romance fantástico.
Esto no afectó a las buenas recaudaciones en taquilla, a la entrada en festivales internacionales ni a la crítica en general, si bien muchos quedaron tan confusos y exhaustos como un servidor con esta historia que lleva a los vampiros a otro nivel...aunque no se sabe muy bien a cual...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Chris Jiménez
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