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Voto de Chris Jiménez:
8
Drama. Intriga Al poco tiempo de perder a su esposa Rebeca, el aristócrata inglés Maxim De Winter conoce en Montecarlo a una joven humilde, dama de compañía de una señora americana. De Winter y la joven se casan y se van a vivir a Inglaterra, a la mansión de Manderley, residencia habitual de Maxim. La nueva señora De Winter se da cuenta muy pronto de que todo allí está impregnado del recuerdo de Rebeca. (FILMAFFINITY)
26 de septiembre de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
En efecto, una mujer que nunca alcanzamos a ver, pero cuya fantasmagórica presencia cruza la pantalla en todo momento, siendo testigo de cuanto sucede en Manderley.
Nos encontramos ante dos hechos clave en la historia del cine negro que se dan conjuntamente: la más peligrosa "femme fatale" de la que hallamos oído hablar y el "macguffin" mejor imaginado de todos los tiempos. Hitchcock puede estar orgulloso de ser parte de ello.

Una tímida y encantadora joven trabaja en Monte Carlo como ayudante de una ricachona sin escrúpulos cuando su destino cambia para siempre al tropezarse con Maximiliam DeWinter, un melancólico aristócrata que ha perdido a su esposa Rebecca en un accidente marítimo; pese a tener muy poco en común, se enamoran y al poco tiempo Max le propone matrimonio a la chica, lo que supone mudarse con él a su enorme mansión de Manderley. Allí, todos tienen aún muy presente a la fallecida Rebecca, especialmente la sra. Danvers, la gélida, autoritaria y aterradora ama de llaves que desarrolla un odio especial hacia la recién llegada por querer suplantar la memoria de la anterior sra. DeWinter...
Estaba el sr. Hitchcock en el rodaje de "Posada Jamaica", la cual sería su última película realizada en Inglaterra hasta mucho tiempo después, cuando le dio por leer el manuscrito de la nueva novela de Daphne du Maurier titulada "Rebecca", un best-seller que reunía misterio y romance inspirado en la leyenda de "Barba azul", el "Jane Eyre" de Charlotte Brontë y que encontraba similitudes con "Blind Windows", de Edwina MacDonald (lo que le metió en algunos problemas por supuesto plagio). El director pretendía llevar la historia a la gran pantalla pero no contaba con los medios necesarios para adquirir los derechos de adaptación...

Entonces conocería a un hombre que cambiaría para siempre su trayectoria profesional: David O. Selznick, celebérrimo productor de "Lo que el Viento se Llevó", fastuosa película que se encontraba terminando cuando Hitchcock fue contratado por siete años; el inglés, recién mudado a Hollywood, preparado para una carrera ascendente y entusiasmado por la financiación de los films americanos, sufrió los mandatos de Selznick y su relación con él se convirtió en un rosario de conflictos, problema que le perseguiría en futuros proyectos. El productor no se contentó con decir la última palabra sobre el guión, bastante modificado por Hitchcock (Rebecca no muere accidentalmente en el libro...).
Sino que editó la película a su parecer y grabó de nuevo la mayor parte de los diálogos exigiendo nuevas tomas que en ocasiones incluso rodó él mismo. Entre tanto, el inglés, con influencias de Fritz Lang y DeMille, se dedica a ofrecernos una de las mejores tramas de suspense jamás urdidas, donde ese ensoñador comienzo de cuento gótico nos traslada a un mundo de misterio y secretos que se aleja del real y en el que los fantasmas del pasado controlan los actos y el destino de los vivos; desde que la anónima mujer convertida en sra. DeWinter se adentra en Manderley, se percibe una angustia reinante, una asfixiante sensación que vicia la atmósfera y que nos encierra en la mansión, al igual que a ella, bajo el yugo de una perturbadora presencia (la de Rebecca) y de la celosa protectora de su memoria (Danvers).

Esto permite al director jugar con una insinuación de amor lésbico de lo más significativa, como también lo son las distintas fases por las que pasa el film. Hitchcock empieza con una trama que se perfila entre romántica y cómica, recayendo este último aspecto en la caricaturesca figura de esa arrogante y patética Van Hopper; un melodramático comienzo engañoso a todas luces, pues a la media hora se da el cambio de tono: una torrencial lluvia, quizás representación de un mal presagio, pilla a los amantes por sorpresa y la chica se sobresalta al ver la mansión. A partir de aquí, el director logra una aterradora fusión entre el misterio, la muerte, el drama y unas connotaciones sexuales bien disimuladas.
Mientras la nueva sra. DeWinter intenta encajar en ese lujoso ambiente con toda la humildad posible, la impertérrita Danvers hace lo posible por desmoralizarla y acorralarla. El espíritu de Rebecca flota en cada habitación, se construye una intriga alrededor suya que se desvela poco a poco gracias a las confesiones del ama de llaves y de los demás personajes; el descubrimiento del cuerpo de la fallecida y la revelación de los hechos por parte de Max transforma una obra cercana al terror psicológico en un brillante "thriller" policíaco en donde la presencia de Rebecca, malvada, infiel y experta manipuladora, se nos hace cada vez más permeable y creíble pese a que nunca la vemos.

Promiscuidad, codicia, avenida de la muerte e intento de arrastrar al infierno a un inocente serán las máximas de una trama cuyo final es del todo inesperado. La cautivadora y guapísima Joan Fontaine, que Hitchcock recuperaría para la muy irregular "Sospecha", forma un memorable tándem con el siempre sorprendente Laurence Olivier (ya no hay ni mujeres como ella ni caballeros como él...), los dos enfrentándose a una Judith Anderson que cuenta con la capacidad de poner los pelos de punta cada vez que aparece en pantalla.
Sin duda uno de los personajes femeninos más complejos, enigmáticos y, por qué no decirlo, siniestros, que componen la galería del cineasta inglés. En unos notables papeles secundarios tenemos a C. Aubrey Smith, Edward Fielding, el detestable George Sanders y Leonard Carey, cuyo personaje de Ben sirve para subrayar la inquietante atmósfera del film, elegante, de absorbente intriga, con una inolvidable secuencia final y magníficos aspectos técnicos como la puesta en escena, la fotografía de George Barnes o la banda sonora de Franz Waxman.

"Rebecca" es una de las más influyentes obras de cine negro y de los mayores logros de Hitchcock, quien, sin embargo, habría podido conseguir mucho más de no estar sujeto a tantas intervenciones exteriores...
Chris Jiménez
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